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13 de diciembre de 2010

43: "EL BALÓN DE LAS ILUSIONES"

Los televisores de todo un país están encendidos. La euforia se exteriorizaba en todo su esplendor sobre la gente que no presta atención a otra cosa sino a los 22 jugadores de futbol que salen a  la cancha. Once de ellos son mexicanos, los primeros en la historia de nuestra nación en llegar a una final de copa del mundo de futbol.
- ¿Estás seguro de que llevas todo? ¿No se te olvida nada? Lavas tu ropa chamaco, acuérdate que allá no voy a estar contigo para cuidar de ti.
- Si mamá llevo todo, no te preocupes por mí que voy  a estar bien. Apúrate antes de que por tu culpa me vaya a dejar el avión y con lo caro que no costo el boleto…
- Sí, yo lo sé mijo, a ver ya camina, mira ahí viene un taxi hazle la parada.
El taxista avanzo unos metros más y se detuvo. Frente a él una casa de madera, sencilla pero de las más lujosas en el pueblo, a la derecha un árbol de almendros grande y frondoso, a su izquierda la calle polvosa, caliente y que despide un humo seco que se impregna en los coches o en la ropa de las personas que por ahí van pasando. Son las dos de la tarde, algunos hombres con maleta al hombro se dirigen a su casa, cansados de una mañana abrumadora en la milpa.
Se escuchó el sonido de las llantas cuando aplastaban algunas piedras, otras más golpearon la parte interior del coche mientras avanzaba de reversa hacia la calle pavimentada, dio la vuelta y avanzo a más velocidad. Conforme pasaban los segundos se fue acercando más hacia la parte urbana de la ciudad, atrás fue quedando el parque de la infancia y la primaria en donde los niños pasan horas jugando futbol después de salir de clase.
Varias horas después, el avión que salió de la ciudad de México a las cinco de la tarde del viernes aterrizaba en la ciudad de Londres Inglaterra. Enrique Catana, joven mexicano de 18 años cargaba en su  maleta apenas lo necesario para sobrevivir quince días fuera de casa. Nunca antes había viajado solo, la inexperiencia le hacía sentir un miedo interno pero que disipaba  al pensar lo que lograría si pasaba la prueba más difícil que se le presentaba en su vida.  Un buen desempeño garantizaría un contrato con el Arsenal, un equipo de gran tradición histórica y buen nivel futbolístico internacional.
Cuando salió del aeropuerto busco un sitio de taxis, con el inglés regular que sabía logro subirse a uno e irse al hotel que el equipo le reservó días antes. Se registró, subió sus maletas y llego a su habitación, hasta ese momento todo permanecía normal. A las pocas horas entro a internet, leyó algunos mensajes en su bandeja de correo y prosiguió su búsqueda en Google. Desde el momento en que salió de México tenía la esperanza de que algún periódico se hubiera enterado de la noticia, pero su viaje pasaba desapercibido. Es algo normal, pensó, aún no soy famoso y seguramente la próxima semana seré anunciado como la más reciente contratación del Arsenal. Motivación era en lo que se excedía, salir de la pobreza y convertirse en un crack mundial su anhelo y para ello solo le quedaba afanarse.
Pasaron dos semanas en la fría ciudad de Londres. En el rostro de Enrique se percibía un miedo terrible, parecía que el mundo se colapsaría en cualquier instante sobre su tembloroso cuerpo. Esperaba con nerviosismo la decisión del cuerpo técnico, su destino se estaba decidiendo pero él no lo resolvería. Adentro de las oficinas se dialogó varias horas acerca de la permanencia de este joven en las fuerzas básicas, sus condiciones físicas y futbolísticas fueron un condicionante para tomar la decisión final.
Alrededor de las dos de la tarde recibió la noticia, por un momento no supo que decir y duró impávido algunos segundos, luego prosiguió su vida de forma normal, como si aún estuviese en su tierra y nada excepcional habría pasado Cuando salió de aquellas frías oficinas se dirigió al hotel en el que dos semanas se concentró. En la entrada, una joven recepcionista de muy bello aspecto le informo que a las cuatro debería desocupar el cuarto, subió a su habitación y comenzó a recoger sus pertenencias. Su mente seguía en estado de shock, no pensaba, sus ilusiones estaban intactas pero alteradas, seguía cuestionando su destino.
Antes de irse pidió hacer una llamada, al otro lado de la línea una madre emocionada descolgó el teléfono que desde hace quince años se encontraba encima en la sala.
- ¡Hijo!, ¿Cómo estás?
- Bien mamá, con un frio enorme pero contento. ¿Qué crees? Me aceptaron en las fuerzas básicas mamá ¿Lo puedes creer?
-  Hay Enrique muchas felicidades, yo siempre confié en ti y supe que lo ibas a lograr, estoy muy orgullosa de ti.
- Si mamá y por lo pronto no voy a regresar, tengo que hacer trámites legales para trabajar y firmar el contrato
-¿Pero me dijiste que solo ibas dos semanas a Inglaterra?
- Si mamá pero tú sabes cómo es esto, ahora que seré futbolista debo quedarme a organizar unas cosas por acá antes de ir a despedirme de la familia.
- Pues ya no queda de otra, los sacrificios que uno tiene que hacer para verte realizado, pero sé que pronto estarás de regreso.
- Si mamá, yo también espero pronto regresar…
La breve plática duró unos cuantos minutos más. Mientras Enrique escuchaba las palabras de afecto de su madre  sentía un coraje inmenso dentro de su ser, una terrible tristeza al saber que la estaba engañando, que esa alegría que le proporcionaba era falsa y perniciosa. Colgó el teléfono y salió del hotel, ahora solo le quedaba mirar al futuro, sabía que este tropiezo no tenía por qué ser la piedra en el camino que lo detuviera, pero la vida como extranjero y con poco dinero es algo difícil de superar.
Cuatro días después comenzó a trabajar como auxiliar de cocina en un restaurant de comida mexicana. La dueña, una empresaria que desde su infancia emigro a Europa para sobrevivir comprendía el gigantesco problema al que se enfrentaba este muchacho. Sin embargo peor aún que trabajar ilegalmente era el engaño que sostenía a su madre. La señora le proporciono un techo y alimento, de vez en cuando le prestaba el teléfono para llamar a su casa y contar la misma historia, siempre acrecentada con las falsas explicaciones de su fortuna.
Más que nunca en Enrique estaba en búsqueda de cumplir su sueño. Con el paso de los  días fue probando fortuna en varios equipos ingleses, hasta que lo contrató un equipo de segunda división. Jugaba para mantenerse, para sobrevivir y no depender tanto de aquella mujer que le cobijó. Las semanas siguieron pasando, un día sentado en la acera que daba frente al restaurant vio pasar a un señor de buen vestir, cuyo rostro gastado por el paso de los años se le hizo familiar. Aquel hombre caminaba lentamente y se detuvo justo frente al restaurante, dio media vuelta y toco el hombro del maltrecho joven, quien solo asintió a sonreír.
- Supongo que me conoces muchacho.
- ¡Cómo no saber de Carlos Crespo! el mejor futbolista mexicano de todos los tiempos, es un honor saludarlo, venga siéntese que ahorita le atiendo.
- No Enrique, no he venido a comer al restaurant de mi hermana, más bien a hablar contigo de algo muy importante.
Enrique comenzó a escuchar las palabras de aquel glorioso anciano. Conforme pasaban los minutos el rostro decaído se transformó en un brillante resplandor de alegría. Nunca se imaginó que aquella señora sería la hermana de su mayor ídolo. Solo pensó que estaba soñando cuando le ofreció una oportunidad para ir a jugar a México en primera división. Más aún cuando le dijo que había visto su desempeño en los equipos inferiores y lo recomendaría para jugar en la selección nacional sub 20 en las eliminatorias mundialistas que se acercaban. La vida le estaba regalando una segunda oportunidad, mejor que la primera.
Aún recuerdo con emoción los cinco goles que Enrique anotó en mundial de futbol sub 20 de hace dos años, Hoy la selección mexicana está a punto de saltar a la cancha para disputar la anhelada final de la copa del mundo. Los espectadores están atentos a lo que sucede y las televisoras narran la hazaña lograda por este equipo, bien llamado “el caballo negro”. No se encuentran en un profundo sueño los millones mexicanos concentrados en el zócalo de la ciudad México al escuchar el himno nacional siendo entonado y ver ondear su bandera. A esa bella melodía entonada por aquellos jugadores a miles de kilómetros, se unían a una sola voz los hombres y mujeres de toda una nación.
Los reflectores de todo el mundo están sobre los 22 jugadores, el árbitro se dirige con el balón al centro del campo y se lo da al joven delantero Enrique Catana, sin duda la revelación del mundial y hasta el momento campeón de goleo. Todo está listo, el árbitro hace sonar silbato al tiempo que se escucha un estremecedor grito del público.
Comienza el encuentro, Enrique se encuentra a 90 minutos de convertirse en el jugador de futbol más grande del mundo.
DANIEL SALAZAR HERNÁNDEZ
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"Soy alumno de quinto semestre de la Benemérita Escuela Normal Veracruzana “Enrique C. Rébsamen” de la ciudad de Xalapa Veracruz, México. Estudio la licenciatura en educación primaria, es decir para ser profesor. Tengo 20 años y me gusta escribir, he elaborado varios ensayos que he realizado sobre educación, política y filosofía y religión, tengo iniciadas dos novelas que aún no termino y me gustaría en un futuro dedicarme a escribir y publicar mis libros. En esta ocasión en el cuento que envío busco manifestar un  anhelo presente en millones de mexicanos, el futbol acá en mi país causa conmoción y muchos infructuosamente buscan sobresalir como jugadores, pocos lo logran por el nulo apoyo. Sin embargo también han que tener convicción y aprovechar las oportunidades que nos da la vida."

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