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31 de diciembre de 2010

61: "RECUERDOS"

Apenas salió por esa puerta comenzó a llover en sus ojos. Corrió lo más rápido que pudo. No quería que lo vieran llorar, no tenía porque llorar, ahora por fin era  libre, pero libre ¿de qué? Los recuerdos lo seguían atormentando, nunca sería realmente libre. Se dio cuenta que era un cobarde.
Le quedaban según sus cálculos máximo unas 10 horas de vida, tenía que irse  lejos, para que su madre no le viera morir ni se enterara de su muerte, así al menos albergaría la esperanza de que el rehacía su vida en  alguna parte.  La carta de despedida serviría para tranquilizarla un poco.
Tomó un bus a Valparaíso, en dos horas estaba ya en el puerto. Se mezcló con el abundante gentío y arrendó una humilde balsa perteneciente a un pescador artesanal, le dio todo el dinero que llevaba consigo, subió a la balsa y furiosamente hasta llegar a lo profundo del mar. Comenzaba a operar su plan; en cuanto las pastillas comenzaran a  surtir efecto el mar se encargaría de perder su último rastro, así su madre viviría con la esperanza de que estuviera bien y era feliz.
Estado ahí, a la deriva del mar sentía una paz que jamás hubiera imaginado, pero tomó conciencia de lo que estaba sucediendo, su plan era infalible iba a morir, ahogado o por la acción de los fármacos. No deseaba morir, ya no,  de todos modos no  podía hacer nada, era demasiado tarde.
Recordó  su vida, su infancia.
 Le encantaba cuando le decían lo inteligente que era. Odiaba ir a la iglesia todos los domingos,  lo hacía solo para contentar a su madre, en esos momentos solo vivía para ella para recibir su aprobación. Recordó a esa profesora gorda que lo hacía callar porque sabía demasiado para sus 7 años, no tenía demasiados amigos y lo miraban raro, pero por alguna extraña razón eso lo hacía sentirse bien, le daba la sensación de ser alguien importante. Las cosas iban bien entonces, o al menos para él, no se daba cuenta que cada vez que le preguntaba a su madre acerca de su padre, ella amanecía con los ojos enrojecidos de tanto llorar, no comprendía esos repentinos abrazos que le daba, esos besos húmedos de lágrimas ¿Cómo paso de ser un angelito, un niño ejemplar a esa mierda que era ahora? Era todo por el puto de su padre.
 Durante 11 años vivió una infancia entre algodones jugaba reía y saltaba como cualquier niño mientras su madre con gran habilidad lo aislaba de todo los problemas que lo rodeaban, no tenía un padre, nunca lo había tenido, no lo necesitaba.
Llegó un día de lluvia con 10 lucas en la mano y mil excusas en la punta de la lengua, su madre quedó sorprendida al verlo plantado en su umbral luego de 11 años, pero apenas salió de su estado de asombro, entre insultos, gritos y golpes lo mando a la mierda y le dejo claro que 10 lucas no arreglaban 11 años de abandono y que se las metiera por el culo.
En su vida la volvió a ver tan descontrolada.
Las cosas no acabaron ahí, su ejemplar padre fue a buscarlo al colegio durante dos meses  hasta que hastiado de que lo siguieran aceptó conversar con Él. Comenzaron a verse más seguido, y hasta se encariño un poco.
A pesar de sus innumerables vicios, y su adicción insaciable  no era un mal hombre como decía su madre y estaba arrepentido por su pasado.
Para su cumpleaños número trece le dio como regalo una cajetilla de cigarros, un par de pitos y una pequeña bolsita de cocaína.
Fue tan placentero irse completamente del mundo, era natural que quisiera más.
El mundo del narcotráfico, es impredecible, su padre era solo otro parásito que vivía de las drogas, de la debilidad, de la adicción de unos pobres idiotas. El ambiente era turbio, todos estaban movidos por su propia ambición y buscaban el mayor provecho posible.
Nunca supo bien como sucedió, pero en  su padre trato de engañar al “chano”  el  big boss “.Quien tuvo que sufrir las consecuencias fue el.
Ese día quedaron de juntarse a las 7 de la tarde.  Su  padre no llegó.
Alguien le tapó los ojos -.

¿Papá?- No hubo respuesta, nada más que unas risas burlonas. Todo se volvió confuso.


Estaba en una habitación pequeña y oscura, había dos hombres allí, ambos altos y fornidos, uno se paseaba nervioso mientras el otro hablaba por teléfono.-
-Mira tenemos a tu pendejito con nosotros, así que trae la plata lueguito, máximo en una hora más  mira que se nos va acabar la paciencia. Por gil te pasa flaquito. Ya adiosito  no mas y apúrate.-
-  ¿Qué te dijo?
- Que va a venir
-¿Y  qué hacemos con el  pendejo?
- Déjalo ahí, mientras se quede quieto y callado  no hay problema.-
El tiempo  parecía interminable, un silencio aterrador  reinaba,  al cabo de una hora y media el timbre de un teléfono celular  resonó en la habitación.
- ¡Contesta!
- No es el mío. Debe ser del pendejo.
- ¡Que conteste!
Era su madre quien le  llamaba. Pistola en mano le obligaron a decir que estaba todo bien y que regresaría pronto.
 Su padre no llegó con el dinero,  lo invaden recuerdos confusos .Golpes, gritos, dolor, desesperación, impotencia, y odio.
Lo encontraron tirado en un basural, herido e inconsciente.
No supo nada de su padre, fue como si se lo hubiera tragado la tierra.
Así fue como conoció a su amiga incondicional; la soledad, era un engendro violento, un adicto compulsivo de los que abundan en los bajos mundos, convertidos en una basura, en un estorbo, ¿amistad? Todos sus amigos  (si es que algún día realmente lo fueron) se esfumaron. Ese fue el momento en que todo se fue a la mierda.
Todo fue su culpa no tuvo fuerzas para salir, para enfrentar lo que pasaba, era un cobarde, no se atrevía a enfrentar nada, solo evadía las cosas, tal como lo estaba haciendo en ese preciso momento.
No quería morir, no quería ser otro cobarde más.
La marea comenzó a subir bruscamente y las olas lo mecían, se sintió   como un niño adormecido, el sonido del mar era  como la suave y dulce voz de una canción de cuna.
Su vida giró al revés por un momento y volvió a ser un bebe y se durmió profundamente y para siempre mecido tiernamente por el mar.
MURIEL GONZÁLEZ
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“Hola, mi nombre es Muriel González, tengo 14 años y escribo desde La Calera, una pequeña ciudad de Chile. Desde muy pequeña  me ha gustado escribir pero nunca había participado en ningún concurso ni nada por el estilo, esto es del todo nuevo para mí.”
No sé vosotros pero Ediciones Cuélebre se ha quedado sin palabras.

¡¡¡FELIZ AÑO!!!

30 de diciembre de 2010

60: "QUÉDATE"

Abrió los ojos sólo lo justo para entrever su cuerpo desnudo. Ya se estaba vistiendo. Con sigilo, como siempre, intentando no despertarla. A pesar de que se iría en cuanto terminara de abotonarse la camisa ella se haría la dormida. Esa rutina se había convertido en un juego. Un juego cuyas reglas no estaban escritas pero que ambos las conocían.

Más tarde, en su aburrida oficina, los dos se evitarían. Ella le miraría con falsa indiferencia mostrándole con pequeños gestos que el resto de mortales no advertiría lo muy ofendida que estaba por abandonarla al alba, cuando los primeros rayos del sol aún no habían aparecido. Él se haría el machito. Y con su actitud le indicaría claramente que no volverían a estar juntos, porque ella era poca cosa para él.

Luego, por la noche, de nuevo enredados entre las sábanas, se volverían a jurar amor eterno.
Al menos hasta la siguiente madrugada.

PIZCA DE PAPEL
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Pizca de papel es el pseudónimo de María Luisa Pérez, “estudiante de tantas cosas y maestra de ninguna.  Me preparo para ser feliz.” Intenta captar con su escritura los rasgos que definen a las personas, cada una con su universo, grandioso, elocuente y vivo”

29 de diciembre de 2010

59: "PASIÓN DE CONTRABANDO"

Cada surco de su piel era un misterio que tenía que descubrir. Poco a poco a lo largo de interminables 120 minutos. Luego la olvidaría para siempre.
LOLA SAMPEDRO
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“Para describirme sencillamente os diré que soy una mujer complicada.”

Como buena escritora de microcuentos Lola no se extiende en su biografía.

28 de diciembre de 2010

58: "SIETE GOTAS"

Llueve en el desierto a veces, caen unas gotas, pocas, escasas, pero suficientes para recordar que la vida es fértil, que sus frutos son dulces y amargos y que sin esos abanicos que se abren entre la transparencia y la opacidad no seríamos capaces de encontrar el camino, nuestra senda.
Los granados, los almendros, los olivos, los bosques de cedros, florecen, se elevan entre los versos de los poetas, las imágenes del ryad, del paraíso palpitan bajo la piel y con ellas la esperanza de llegar vivos al amanecer del día en el que la paz y la alegría sean las causas que nos hagan derramar lágrimas.
En el agua hay música para acompañar el canto de los pájaros, para volver más frondosos los naranjos, y mecer los jazmines. El agua se tiñe de confidencias en el vientre de la tetera, fluyen brillantes, cálidas marcando el compás al caer en el vaso y batirse generando la espuma dulce, antesala de la escucha atenta, mientras se calma la sed, y es posible generar la armonía entre el interior y el exterior. El agua cae gota a gota y con paciencia crea, recrea, reconstruye grutas, campos fértiles, purifica almas, prepara al cuerpo para despojarse de lo banal y le da fuerza, tersura, para emprender viaje. Alrededor del agua, fuente de vida está la kasba, en la que siempre es bienvenido el extranjero.
– “Sabaj al-jer- [1].

1.- PRIMERA GOTA
El silencio la cobijaba ya de todos los deberes, de las obligaciones que sus hermanas y su madre le recordaban sin tregua cada mañana. Un silencio con aristas afiladas pero silencio. Por fin silencio, al borde del sueño reparador ajeno y sustentado por su sacrificio, un descanso que les ofrecía cada vez que cerraba los ojos y el marido elegido por su madre se metía en su cama. Apretaba los párpados con fuerza, escondía su mueca de asco entre los abundantes rizos de su cabellera y le dejaba hacer.
En la madrugada mientras todos dormían, Hadicha escribía sus primeras letras en árabe, en el cuaderno que escondía en el fondo del baúl que custodiaba su vestido de novia. Había ido aprendiendo con las lecciones de su sobrino las letras, las palabras que a ella le fueron negadas por ser pobre y mujer. En aquel Ramadán se sentía capaz de proponer una cita y así lo hizo. Lo escribió en un pequeño papel, lo dobló y lo anudó a la pata de la paloma mensajera que aquel muchacho le había regalado, junto a la promesa de amor eterno. Soltó la paloma y aguardó su regreso, entre lágrimas. Su llanto rodó cada madrugada dejando un rastro salado sobre los recuerdos que iba anotando en los cuadernos.
La paloma no regresó y él no acudió a la cita, el día señalado. Su llanto se secó y decidió no volver a llorar por ningún amor y sacar el máximo rendimiento de su belleza y su juventud.

SEGUNDA GOTA (HAMMAN)
Los poros se abrían, las siluetas se adivinaban entre el vapor. No hay más sonido que el de la confidencia a media voz y el agua del caño deslizándose sobre la pila, sobre la espalda desnuda para corretear incesante, fundiéndose con los restos de jabón que discurren sobre la losetas del suelo, borrando el brillo singular de las huellas tímidas de los pies descalzos, al entrar en la sala del calor, con cierto temor hacia lo desconocido. Una piel dialoga con otra piel, al cobijo de los convencionalismos. Desnudos somos agua, somos un lento crepitar…

TERCERA GOTA (RYAD)
Siempre la dejaba en la orilla de la playa. Se iba remontando río arriba hasta alcanzar la noria, y se quedaba abstraído escuchando el agua discurrir por la acequia. Entrecerraba los ojos y con total nitidez veía la alberca, con sus peces alimentándose con los restos de pan que robaba de las ofrendas que las vírgenes depositaban en la Ménara, con la esperanza de encontrar esposo huérfano. Sentía una vez más el agua templando sus euforias al perderse en el horizonte en el que se elevaban las nieves de las cumbres del Atlas. Y volvía a hacerse presente el olor de la henna sobre la piel de su madre, entremezclado con azahar Aquel olor tan característico que le devolvía al ryad en el que el agua de la fuente acompañaba al canto de los pájaros que alimentaban en las tardes, tras llegar de la madrasa y que era el preludio de la siesta para los mayores. Aquellas tardes calurosas en que ascendía de puntillas hasta la terraza y se escondía en el interior de la tinaja vacía para escuchar a su tía Habiba cantar, mientras todos dormían. Habiba le enseñó con aquellas canciones a adentrarse en el corazón de una mujer, a entender sus humores, sus ritmos y ese código secreto que ella desvelaba con sus melodías, creyéndose a salvo de las miradas y oídos de todos, fueron las semillas de sus futuros poemas, de sus miradas cómplices hacia un universo vetado para los hombres.
Cuando volvían a casa su mujer siempre le preguntaba qué había hecho río arriba y él siempre le contestaba:- escuchar.
Al llegar a casa una carta anunciando la muerte de su tía Habiba se sumió en una profunda tristeza.  El viaje era demasiado largo y no llegaría a tiempo para el entierro. Al cabo de unas semanas llegó un paquete, con la vasija de barro que su tía Habiba siempre llevaba consigo cuando subía a la azotea. Al sacarla a la luz se emocionó, siempre quiso saber qué contenía, pero nunca llegó a saber dónde la escondía. Ahora estaba entre sus manos, la abrió y al ir sacando los pétalos de las flores secas que había en su ryad fue apareciendo una inscripción en la pared interior de la tinaja y pudo leer: - El canto de tus aguas está en estas aguas.- Sintió el ryad enraizándose en su corazón con tal fuerza que nunca dejó de escuchar a Habiba cantar, cuando paseaba cerca de las acequias, las albercas y los aljibes.

CUARTA GOTA
No hay agua en el pozo, el cauce del río está seco, sólo hay piedras entre un mar de granos, minúsculos. Las abluciones de hoy las realizaré como ayer, con un puñado de arena. No hay fuerzas suficientes para alcanzar el palmeral, no hay ya energía para subir ni una duna más. La mancha verde que aparece en el horizonte puede ser un espejismo, una luz que está dentro de los propios ojos, una forma de mirar hacia el futuro. Después de todo, las palmeras le han acompañado, frondosas desde más allá de lo que alcanza su memoria. Su abuelo trepó a una y mató a más de veinte enemigos con un arco y aprovechando el factor sorpresa, junto con una posición privilegiada de las hojas de la palmera, de sus frutos dulces con los que se alimentó en los días de espera. En la recogida de los dátiles en Choual, conoció a su esposa y se casó con ella. Apoyado en el tronco de la palmera encontró consuelo, cuando murió su madre y recordó las canciones con que la acunaba cada noche, cuando estaba enfermo. Las palmeras siempre le habían devuelto a la vida y no podía creer que fuera una ilusión, aquel manto verde, acogedor, que se mecía al compás de siroco en su horizonte. Cerró los ojos y se durmió. Al despertar en los labios tenia el sabor de los dátiles y los granados en su boca. Salió de su jaima y miró hacia el horizonte, allí estaban esperando sus palmeras y el viejo Ksar de barro guardando entre laberintos de túneles y pasadizos el agua del pozo que discurría en las acequias para dar vida al palmeral.

QUINTA GOTA ( EL Té)
El agua rompe a hervir en el cazo, sobre el hornillo. La tetera la aguarda paciente, con la hierba seca del té verde y el azúcar. Cae sobre las hojas resecas dándoles vida por última vez, devolviéndoles la flexibilidad robándoles el último aliento. La baraca se arremolina contenida en las paredes de los vasos, fluye la espuma y regresa a la tetera una vez más, para tomar la consistencia del azúcar que irá desgranado la amargura que empaña la alegría vital, para dejar al descubierto las caricias de la complicidad y adivinar con una prudente suavidad el fin de los miedos al calor de las confidencias. Tres tés para ir desenredando los celos, para olvidar la acidez de las decepciones y recuperar la suavidad, con que se saborean los temblores y estremecimientos que nos deja la embriaguez de sentirnos satisfechas

SEXTA GOTA 
¿Cómo presentarse ante sus ojos sin haber dedicado un tiempo a guardar silencio?. ¿Sin prisas, ante Él, el omniscente, el todopoderoso, el clemente, el misericordioso, el indulgente, el que todo lo ve, al que no se le escapa nada…?
Bastan unas gotas de agua para devolverte la mirada inocente, pura, honesta hacia tus huellas, hacia los pensamientos con los que te enredaste encallando en la orilla. Es suficiente con un ritual purificador para abrir el corazón y dialogar con la fuerza creadora. El lugar no importa, es el momento del día lo que marca el ritmo de esa pausa necesaria, anhelada en la que activar la paz, salam, salam…
El viernes irás a la mezquita para la oración en grupo y la fuerza generadora se renovará, aumentará a una velocidad vertiginosa para afianzar lazos, la unión hace la fuerza, y la llamada a la oración se hará presente hasta para los sordos que verán la tela blanca ondeando en el alminar y acudirán para ser acogidos tanto los ricos, como los pobres, los hombres y las mujeres, descalzos con las palmas de las manos hacia el cielo y la mirada orientada a Meca.

SÉPTIMA GOTA
El barrio se agita, la chimenea del horno está cada vez más activa, las mujeres llevan sus bandejas repletas de dulces, panes, para hornear antes de la tercera oración. No hay mucho tiempo, han de llevar la comida a casa a Fatma, los familiares llegaran de Erfoud en el autobús de las nueve y estarán cansados tras ese largo recorrido. Todo está casi listo, han lavado a la muerta, han rezado las oraciones para la difunta. Llora sin consuelo Fatma, no es natural que los hijos mueran antes que lo padres, pero no tiene fuerzas más que para llorar, ya no grita, ya no tiene energías para rasgar más telas, ya sólo la mira a ella, a su pequeña, vestida con su mejor caftán, y acaricia la mano fría que pronto los hombres se llevaran envuelta en el sudario blanco, a la puerta del Milah. Oye muy lejos las palabras de consuelo, y se sabe sola, cada uno de sus hijos es una luz distinta, no pueden reemplazarse, ni sustituirse. Al menos han podido despedirla en ese su último viaje de la mejor forma, para que sea reconocida como una buena musulmana. Los hombres la colocaran sobre el costado izquierdo y mirando a Meca.
El barrio se ha volcado en estos tres días, en que Fatma enterró a su última hija, la niña que lucho por emigrar a España y entrar con su esfuerzo, con un trabajo digno, para volver a su país algún día con el dinero suficiente para poder construir una casa con cañerías. Soñaba con abrir el grifo y que fluyera el agua, sin falta de ir a buscarla a la fuente, cerca de una de las puertas de la mezquita Alharauin. Cada viernes metía en la ranura de la puerta, una pequeña limosna y con ella el deseo de poder viajar a España y trabajar allí.
Fatma llora, reza, y quisiera haber compartido más tiempo con su hija. El dolor amainará, pero el vacío, esa oquedad deberá aprender a vivir con ella, se siente caverna, profunda, fría, oscura en la que el llanto se mezcla con las aguas del cántaro que cada mañana va a buscar a la fuente del barrio. 
Han repartido las pertenencias de la más pequeña, las parientes más lejanas, y en ese reparto han encontrado un informe de un hospital de Barcelona de la unidad de oncología.  Ahora Fatma comprende que su hija sabía que volvía a su raíz para morir entre los suyos, lejos de hospitales, en los brazos de su madre, con una sonrisa.  
ESMERALDA VIZCAÍNO
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"Con todo mi amor a Marimer Vázquez
 porque es parte de un sueño compartido
que vio luz en mis palabras"
Esmeralda nos ha regalado este nuevo y diferente relato. En su otra aportación, el relato “Levantar los brazos”, nos dejaba estas bellas palabras para definir este apasionante reto: "Nuevas ventanas son necesarias para canalizar otras luces".
"Escribo desde que tengo memoria, escribo para no olvidar, para dar voz a los y las que se empeñan en invisibilizar porque sus presencias e identidades nos alborotan la conciencia, nos perturba la mirada".
Esmeralda lanza instantáneas con su cámara y recomienda cosa que le gustan y la impactan en os siguientes blogs:




[1] Sabaj al jer saludo en Egipto, significa la mañana de la bondad.

27 de diciembre de 2010

57: "UNA CITA CON SARA"

El sol entraba por entre las rendijas de la persiana, ayudando a Marco a desperezarse, el radio-reloj de su mesita de noche, marcaba las 11:28 de la mañana de un luminoso sábado, su madre,  al percatarse de que Marco se estaba aseando, comenzó a preparar su desayuno a base de cereales y leche. Después de desayunar, Marco encendió su ordenador, tal y como acostumbraba a hacer todas las mañanas, y como si de un ritual se tratase, lo primero de todo, era entrar en la red social, que usaba para mantenerse en contacto con sus amigos y con aquella chica, Sara, que tanto le gustaba.
Todos los amigos de Marco estaban en la red y por sus mensajes parecía que estuviesen en medio de una acalorada discusión. Por lo visto, aquella misma mañana temprano, estuvieron  jugando un partido de fútbol sala y las decisiones arbítrales no habían sido del agrado de sus amigos, el resultado de 2-2  no parecía contentar a nadie. Marco se indignó -¿Cómo es posible que ninguno de mis amigos me haya avisado del partido?- se preguntaba – Si todos saben de sobra que me encanta el fútbol- . Marco paso de la indignación al enfado cuando vio que sus amigos, preparaban la revancha del partido delante de sus narices y aún así, ninguno le dijo nada. Nadie parecía acordarse de él a pesar de tener su nick activo en el chat y de haber saludado al entrar. A punto estuvo de reclamar ante sus amigos su derecho a jugar ese partido, cuando de repente le llega un mensaje privado de Sara. En la cara de Marco se dibujó una sonrisa que le hizo olvidar por un momento todo ese asunto del partido, como si de un momento mágico se tratase todas las células de su cuerpo se revolucionaron. Sara le estaba preguntando sobre sus planes para esa misma tarde, y le propuso que si no tenia nada que hacer podían verse y tomar un café juntos cerca de la casa de Marco.
La verdad es que Marco no tenia muchas oportunidades de ver a Sara, que vivía en la otra punta de la ciudad, y a pesar de que en alguna ocasión había intentado ir a verla, le había resultado imposible, porque el chofer del autobús se había negado a llevarle en todas las ocasiones, y siempre acababa discutiendo hasta el insulto, con el maldito chofer que la tenía tomada con él. Marco tampoco tenia coche propio y aunque le pedía el suyo a su madre, ella nunca se lo quiso dejar, alegando que él no sería capaz de conducirlo y que podría tener un accidente, Marco nunca entendió esa actitud de su madre, - Me saqué el carné de conducir a la primera y su coche no es tan especial como para no saber llevarlo- Se decía a sí mismo, con cierta mezcla de impotencia y rabia. Pero esta vez es diferente -Pensaba-  esta vez Sara va a venir a mi barrio a verme, esta vez no habrá discusiones con el chofer, esta vez no tendré que enfrentarme con mi madre, esta vez, será la vez.... de hoy no pasa, hoy sabrá lo que siento por ella.
Sara y Marco no tardaron en ponerse de acuerdo para quedar a las 18:30 en el parque que había junto a su casa. Marco tenia 5 horas para preparar la cita perfecta, después de tantas semanas chateando y hablando por teléfono, después de buscar las excusas mas tontas del mundo para llamar su atención, cuando se reunían con el grupo de amigos, hoy se sentía como un francotirador que había esperado pacientemente el momento oportuno, vigilando las rachas de viento y midiendo la distancia para alcanzar su objetivo de un solo disparo, hoy, dentro de 5 horas, apretaría el gatillo.
Marco devoró con rapidez el cocido de garbanzos que su madre había preparado, renunció incluso a las chuletas del segundo plato, sólo se permitió la licencia de deleitarse unos instantes con el postre, una tarta de café que había preparado para ellos una vecina, con la que su madre compartía tardes de café y amenas conversaciones.- ¿Ya te marchas?,  ¿dónde vas con tanta prisa? -   Preguntó la madre al tiempo que Marco se ponía las zapatillas de deporte, junto al taquillón de la entrada.- Si, hoy tengo algo de prisa- respondió Marco con la manilla de la puerta de la calle en la mano. – Ten mucho cuidado hijo, y si necesitas que te vaya a buscar o te surge algún contratiempo llámame – Dijo la madre con cierto tono de preocupación –Por Dios, mamá, que ya tengo 22 años, no soy ningún crío, no se si llegaré un poco tarde- Le advirtió mientras entraba en el ascensor.
Marco sabía que un bonito ramo de flores es una magnifica herramienta para ganarse el corazón de una chica y Sara no podía ser una excepción, así que se dirigió a una  floristería cercana con la intención de comprar el ramo mas impresionante que su presupuesto le permitiese. Al llegar a la floristería se percató de la presencia de un enorme perro de raza schnauzer gigante, de color negro, que estaba tumbado en uno de los escalones de acceso al establecimiento, no sintió miedo pero si tuvo la precaución de no acercarse demasiado. Toda su ilusión se vio truncada al intentar entrar en la floristería, la luz del comercio estaba encendida, pero por mucho que peleó con la puerta no hubo manera de acceder al interior, - Qué fastidio, menudo contratiempo, seguro que la dependienta a salido a tomar el café  – Pensó mientras escrutaba el letrero del horario, en el que ponía que no cerraban al mediodía, - En fin, esperaré a que regrese- Pensó con cierta impaciencia. No pasaron ni cinco minutos cuando una señora llegó, empujó la puerta con suavidad y entró en la floristería, Marco, se apresuró a entrar, pero de nuevo, se le hizo imposible atravesar la puerta, entonces comenzó a aporrearla  para llamar la atención de la dependienta que se encontraba detrás del mostrador atendiendo a la señora que acababa de entrar. La dependienta miró a Marco y con una tenue sonrisa de complacencia, acompañada de un gesto de impotencia, le hizo ver que no podía ayudarle. – Maldita sea, esto es increíble, que demonios se pensará esta dependienta, ¿que voy a robarle o algo así?, no pienso volver a esta floristería en mi vida-  Pensaba mientras maldecía su suerte. Entonces recordó que había otra floristería en el centro comercial, que estaría abierta a esas horas, pero el trayecto le llevaría al menos 20 minutos de ida y 20 de vuelta, aún así decidió ir hasta el centro comercial.
Esta vez no hubo contratiempos, entró en el centro comercial y se dirigió a la floristería que se encontraba en la planta baja, compró un hermoso ramo de rosas y regresó al barrio. Ya eran las cinco de la tarde y aún le quedaba una cosa por hacer antes de la cita. Elegir el lugar idóneo para declararse, Marco pensaba que lo mejor sería un local intimo, apartado de miradas ajenas y con un ambiente agradable, un bar o una cafetería donde Sara pudiese sentirse a gusto y donde se pudiese hablar y escuchar, sin que los demás pudiesen escuchar lo que hablaban.
Después de darle algunas vueltas a la cabeza, se le ocurrió el sitio perfecto, una cafetería llamada “La Goleta”, era un establecimiento poco frecuentado, pero con un gran gusto en la decoración, con sillas y mesas de mimbre, sobre las que descansaban unas lamparitas de color violeta. La música ambiental, sonaba con un volumen ideal para conversar. Entonces se le ocurrió una magnifica idea, le pediría al camarero que le guardase el ramo de flores y así podría deslumbrar con él a Sara en el momento justo, sin dejar entrever sus intenciones antes de asegurar el disparo.
Marco se dispuso a entrar en la cafetería por una de las rampas que se intercalaban con las escalerillas de entrara al local, pero no se percató de que estaban recién fregadas y se resbaló cayéndose de bruces contra el suelo, con tan mala fortuna, que el peso de su cuerpo aplastó por completo el ramo de rosas. El camarero y varios transeúntes ayudaron a Marco a incorporarse, el pobre Marco estaba magullado en su cuerpo y en su orgullo y de las rosas no se salvó ni una, para rematar la faena, mientras todos los transeúntes recriminaban al camarero no tener un cartel que advirtiese del peligro, el encargado del local se dedicaba a echarle toda la culpa a Marco – ¡Cómo iba a saber yo que este muchacho no sería capaz de subir por aquí! –exclamaba- Si necesitaba ayuda bien podría haberla pedido, digo yo- Seguía defendiéndose el camarero, pero Marco no estaba para perder el tiempo discutiendo con nadie, faltaba media hora para que llegase Sara y tenía la ropa, manchada, el cuerpo dolorido y sin mas plan que la improvisación para declararse a Sara.
Deprisa y corriendo Marco llegó a su casa y sin darle ningún tipo de explicación a su madre, se cambió de ropa y se dirigió a toda prisa hacia la parada del autobús. Cuando llegó, Sara ya estaba allí, sentada en el banco de la marquesina – Me habías preocupado. Ya pensé que se te había olvidado- Dijo Sara con una sonrisa. A Marco no le quedó otro remedio que disculparse y antes de que pudiese proponerle un sitio para tomar el café Sara le invitó a dar un paseo por un parque cercano. Durante el paseo charlaban de los momentos que habían pasado juntos y de las anécdotas más recientes de su grupo de amigos.
Cuando pasaban junto al estanque, Sara se acercó a uno de los bancos que había entre los árboles que vestían el parque, se sentó y Marco se colocó a su lado. A Marco le pareció el momento oportuno para lanzarse, a pesar de que no era como él lo había planeado y a pesar de verse desposeído de su ramo de flores, decidió disparar. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo y una sensación de ahogo paralizo su respiración antes de comenzar a hablar, sintiéndose prisionero de una sensación de emoción y ansiedad. - Mira Sara- Dijo Marco respirando hondo- Hace mucho tiempo que quiero decirte algo, me he fijado en ti desde el primer momento que en te vi, cada vez que pasabas a mi lado mis ojos no podían evitar acompañarte en cada movimiento, cada vez que me hablabas, tu voz se impregnaba en mi como la mas dulce de las mieles, cuando te ibas de mi lado, te llevabas contigo todo mi mundo, vives instalada en mi mente y eres mi primer pensamiento al despertar. Te quiero Sara, estoy enamorado de ti y me harías la persona más feliz del mundo si quisieras ser mi novia-. El tiempo pareció detenerse durante un instante. Sara se quedó mirando a Marco con ternura, y mientras se mordía el labio inferior, trató de buscar las palabras adecuadas- Verás Marco, yo te quiero mucho, pero no como tú esperas, me encanta compartir el tiempo contigo pero.....- Sara dejó la voz suspendida durante un momento, tratando de hilar las siguientes palabras, Marco que se había vaciado por dentro y que veía alejarse sus posibilidades intervino - ¿Pero qué? , Se sincera por favor, ¿no te gusto?- Sara cogió la mano de Marco y mirándole a los ojos dijo- Sí me gustas, pero no como pareja, no me atrevo a empezar algo que no pueda mantener en el tiempo y temo que más pronto que tarde me iría de tu lado, tu caso es tan especial...- Marco no pudo retener una lágrima, que rodaba por su mejilla derecha, al tiempo que se lamentaba en voz alta de su mala fortuna, -¿Por qué la vida me trata así? ¿Qué he hecho yo para que toda la gente me trate así?- Sara quiso calmarle- Pero Marco, piensa que todos tus amigos te aprecian y todos hacemos lo posible por facilitarte la vida- Marco levantó el volumen de su voz, endureció su mirada y un torbellino de rabia explotó en su boca- ¿Que todos hacen lo posible por facilitarme la vida? El maldito conductor del autobús no me deja subir, la puta floristera no me deja entrar en la floristería, el camarero dice que para entrar en su bar tendría que pedirle ayuda, mis amigos no quieren que juegue con ellos al fútbol y mi madre me sobreprotege como si fuese un niño pequeño.... ¿por qué?, Sara, ¿por qué?, yo no me merezco esto-. Sara se levantó y le dijo con voz severa –Me temo Marco que no comprendes la realidad que te rodea: No puedes echarle la culpa a los demás de tus problemas y, sobre todo, tienes que actuar de acuerdo con tus limitaciones, no es por ti Marco, todo esto que te ocurre, no es por ti, sino por tu silla de ruedas.
DIEGO D. MARTINO
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“Nací en Burgos, en agosto 1977, hijo de una asturiana y un extremeño, hace 7 años que me mudé a Asturias, al concejo de Villaviciosa, donde dirijo un comercio. Siempre me he sentido  asturiano y así me considero, principalmente porque quiero serlo. Nunca había escrito nada hasta ahora. Soy músico vocacional  y tengo algunos discos y maquetas grabados.”
Igual algún día se decide a enseñarnos su música.

Nos encanta esta aportación por dos cosas. Porque nos ha venido de un lugar muy cerquita al nuestro, en esta Asturias verde y lluviosa que a pocos deja indiferente su belleza, y por ser la primera vez que Diego se arranca a escribir.
Muchas gracias por dejar que seamos nosotros los elegidos para mostrarnos tu primer cuento.
Aplaudimos tu valentía, Diego.

26 de diciembre de 2010

56: "EL CIELO TEÑIDO DE NEGRO"

Había sido expulsado, echado, arrojado, despreciado.
Había caído del cielo, me habían reducido a la condición de un simple hombre, criaturas sucias, impuras y pecadoras. Aquellos seres despreciables a los cuales, Dios intenta proteger con toda su fuerza.

No perdonaré nunca más a ninguna alma humana, sin importar cual sea su pecado. Aquí, en la tierra, no veo más que impureza, seres sin completar que cometen errores, y piden perdón sin arrepentirse con sinceridad.
Dios… ¿Cómo permites que estos seres disfruten de tus obras a sus anchas, mientras ellos te ultrajan y blasfeman?
Había sido arrojado del cielo, y caí en a tierra.

Entre las cosas que los Ángeles sabemos hacer, es comprender todos los idiomas, los hábitos, las costumbre, en resumen, disponemos de conocimiento acerca toda la cultura humana sobre la vasta tierra. Cada cosa que sucede en ella, concierne a los Ángeles, y a falta de ser omnipresentes, somos capaces de observar y estudiar el mundo entero.
Cuantas veces lo habremos visto destruirse por culpa de la raza de los hombres, los seres más necios y egoístas que la habitan.

Como Ángel es mi deber guiar a las almas al cielo, pero a decir verdad, quienes trabajan en el purgatorio no saben distinguir ya entre las personas impuras y las puras.
Cuando la caída llego a su fin, me desplome sobre un suelo que no había imaginado nunca pisar, vi mis alas blancas tornarse negras y como mis plumas comenzaron a caer.
Dios… ¿No reparas en enviarme a mí a la tierra a morir, cuando otras de tus creaciones comenten pecados mas graves? Yo todo lo que he hecho ha sido para cumplir tu voluntad, mi Dios.

El lugar en el cual me hallaba constaba de la triste vista de un callejón oscuro y gris, y de una muchacha joven de pie junto a mí. Llevaba consigo unas bolsas, lo que delataba que había estado comprando, además de una expresión asombrosamente llena de temor. Temor de Dios… Que placer sentí a darme cuenta de que al menos alguien poseía aun ese hermoso don.
- ¿Eres un Ángel? - Inquirió. Sus ojos maravillados se posaban una y otra vez sobre mi, como intentando disipar las dudas que pasaban a toda velocidad por su limitada mente.
- He sido un Ángel… solo que he caído del cielo - Afirme –Soy un ser realmente desdichado, mi querida Lizzie.- Comenté, y me deleitó ver como el miedo tomaba consistencia en su delicada expresión. Me basto con verla para saber todo sobre ella. Un truco que todavía poseía pese a mi nueva condición.
- ¿Cómo sabes mi nombre? - Dijo retrocediendo, tal y como había planeado.
- Es mi deber, por que yo seré quien te conduzca al cielo - Conteste levantándome del suelo y mirándola de reojo.

Su hermoso rostro se lleno de una enorme congoja, y las lágrimas se agolparon sobre sus ojos, mientras yo sentía como su corazón se oprimía y agitaba con cada palabra que le decía.
- ¡No me lleves aun contigo! – Dijo mientras me abrazaba y gemía lastimeramente – Todavía tengo que cumplir con mi promesa.

El tacto de su tembloroso cuerpo contra el mío, me lleno de asco y desprecio. Tanta repulsión me causo, que de un simple golpe la aparte de mí y ella cayó sobre el suelo con su labio inferior partido en dos.

- No soy un dios de la muerte, jovencita – Exclame lleno de indignación, mientras me daba la vuelta para no verla. – Soy un Ángel caído. – Repetí mientras tomaba una de mis plumas negras y se la arrojaba sobre sus rodillas. – Contempla, esta es la condición a la que he sido reducido.
Anonadada por mis turbadoras palabras, Lizzie permaneció en silencio, sin saber que responder.

Miraba mi espalda surcada por las cicatrices de los latigazos que habían formado parte de mi castigo en el cielo, mientras las plumas oscuras se desprendían lentamente de mis alas llenando el callejón. Se deshacían por que mi poder para mantenerlas ya no estaba.
Ante esta situación, ella emanaba un aura de pureza que jamás había sentido en toda mi existencia milenaria. Una pureza que me tentó, al igual que la serpiente a Eva, para conducirme ligeramente hacia lo que en ese momento no imagine como un pecado.

Me acerqué a ella, y su cara quedó a apenas unos escasos centímetros de la mía. Sentí su aliento calido y a su vez como esa atracción se volvía más fuerte. La Lujuria me invadió.
- ¿Serías capaz de hacer algo por mi? – Pregunte- Ayúdame a regresar al cielo.
Se muy bien que Mentí para alcanzarla, que mi Egoísmo había sido mas fuerte que yo.
Pero era un humano… Son cosas que solo les pasan a ellos.

Lizzie asintió con sencillez, y sus trasparentes ojos revelaron ante mi una verdad irrefutable. Sentí pavor de mi cruel deseo, pero aun así lo lleve a cabo hasta el final.
- Entonces, quédate ahí.
Posé mis labios en los suyos, y mis brazos a su alrededor, tratando de contener todo su cuerpo con el mío. Mientras mis alas nos cubrían, un haz de luz surgió de ella y ambos nos fundimos en el otro.
Sentí una calidez y seguridad totales, además de una extraña sensación de estar finalmente completo. La Gula me invadió y quise más.
Me torné parte de ella para compartir su pureza con la mía.
Mis alas se despedazaron por completo y mis plumas se desvanecieron junto con la luz.
Nuevamente reino la oscuridad, y me desmayé.

Yo era un Ángel… había caído del cielo.
Me había convertido en humano.
Y había sentido por primera vez el amor sin comprenderlo.
MARÍA FLORENCIA SARAVIA
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¡Este fin de año viene cargado de repetidores!
Para los que no recuerdan a María os diré que ella nos escribe desde Argentina y tan sólo tiene 17 años. Aunque su escritura demuestra una gran madurez. “Mi madre me inspiró siempre a leer mucho, siendo ella profesora de lengua y literatura de la facultad y de un colegio secundario”. Le encanta escribir y le gustaría poder vivir de ello.
Su otro relato publicado en “365 días de cuentos” se titulaba “You hurt me”. Puedes usar el buscador para encontrarlo.

25 de diciembre de 2010

55: "BARRIO DE CIUDADELA: ESTOY CON VOS…FOR EVER”

Se acerca fin de año, época en que todos de una manera u otra, le piden a su vida un resumen de lo que les pasó en dicho lapso y yo, no voy a ser la excepción.
Pero a diferencia de los demás, trataré de apartarme de esta regla ya establecida, por consiguiente voy a cometer dos transgresiones. La primera y en homenaje a la pila de años que llevo cargando, lo voy a hacer al revés y en vez de retrotraerme a los doce meses de rigor, lo haré desde allá lejos y hace tiempo.
La segunda y en contraposición al resto de la gente me colgaré un gran cartel que diga: ABIERTO POR BALANCE, ¿qué tal la idea? Hago girar imaginariamente la ruleta de mi existencia y la aguja se para justo en el lugar de mi infancia, con una calle de tierra por escenario, que para mi sigue siendo más importante que la quinta avenida de Nueva York.
Un zanjón a cada costado donde todos los días mis amigos los sapos, me regalan los más hermosos conciertos que aún resuenan en mis oídos. No había luz en la calle ¿y quién la necesitaba?, especialmente en verano cuando nos adueñábamos de ella, si a nuestro encuentro venían a compartir con nosotros nuestros infantiles juegos de la niñez, los amigos más esperados…LOS BICHITOS DE LUZ.
Sus vuelos tintineantes iluminaban a pleno nuestro universo compuesto de candor e inocencia, que decir de mi escuelita, la número veinticinco que ya no está, pero por un momento me parece ser aquél pibe, que sentado en su pupitre le dice a su maestra buena…PRESENTE SEÑORITA.
Libertad y Adolfo Alsina: la esquina del “peral” viejo confidente de ese infante que soñaba poder volar para hablar con Dios, barrio de Ciudadela, nunca te voy a olvidar porque sos una herida abierta… de esas que nunca cierran.
Nuevamente la rueda en su girar se para justamente en mis dieciocho o veinte años, al galope llega a mi memoria esa madrugada en que “bajoneado” y melancólico no se si por haber hecho sapo con alguna chica, o porque las circunstancias me habían puesto en algún brete.
La cuestión era que el radar de mis pasos me llevaron hasta Corrientes y Montevideo, al pasar por un bar siento que alguien me llama, era mi amigo Juancito “el novio de la noche” como le gustaba que lo llamaran, que sentado a una mesa parecía un ícono adorando una deidad: UN VASO DE GINEBRA.
Entré, me senté y pedí un café, levantó la cabeza y me “semblanteó” y esa mirada le bastó para darse cuenta, que mi estado de ánimo se había ido al descenso y me dijo: ¿problemas pibe?
Nos quedamos en silencio mucho tiempo, luego siento que me aprieta la mano sobre la mesa y me dice: sos muy joven, estas cosas duelen pero todavía te falta lo peor, repechar la cuesta y comenzar a fabricar tu historia, pero no hagas un depósito de ellas.
Y continuó diciéndome: si me pidieras un consejo te diría que nunca guardes recuerdos,  porque al final del partido cuando te pongas a releerlos lo único que conseguirás es que te mate la angustia.
Me levanté más “depre” que antes y sin decir una palabra le hice chau con la mano, luego me fui perdiendo en la bruma de la noche. Me molestaba algo al costado de la boca, me di cuenta que era un lágrima que buscaba suicidarse, deslizándose rauda y silenciosamente hacia el precipicio.
Sigue girando el carrusel y al pararse me encuentro sentado hoy en el umbral de mi vida, viendo pasar la fila de “los vivos” que caminarán sin duda alguna, hacia la “sartén” de algún caníbal más salame que ellos.
Estos personajes made in chafalonía con tal de trepar y cazar unos pesos, son capaces de organizar un remate y poner en venta el corazón, ¿querés que te diga algo? En esa no me prendo.
Por último les puedo decir, que de esta poca o mucha experiencia que supe conseguir, ella me dice con mucha certeza, que mi existencia la terminaré en el cielo.
No porque soy un santo, sino porque allí van solamente los idealistas, los románticos, los poetas y todas esas almas sensibles que saben: que HASTA EN EL BARRO…CRECEN BELLAS FLORES.
BORIS GOLD
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Boris repite experiencia con este relato. Poeta, escritor y compositor argentino tiene ya 3 libros editados y varias antologías. Ha musicalizado 30 obras que están registradas en SADAIC (sociedad argentina de autores y compositores) y tiene un cd con doce composiciones musicalizadas y recitadas.
Igual algún día nos deja leer más de su obra.     
Podeís leer su cuento "A veces quién te dice" en este mismo blog. Búscalo.

¡¡¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!!!    

24 de diciembre de 2010

54: "EL FINAL"

La quietud reina con lívidos y fugaces relámpagos
Que intensos recaen sobre la blanca atmósfera
Resuenan en silencio los acordes de las voces
Y encuentran oídos para ser escuchadas

A quien podría  estremecer de lamentos
Que no impregne por si solo de su prestancia
Tal que de una u otra forma acaricie con sus manos
A las horas en las cuales ya nada cuenta

En soledad y al amparo de la noche escribo
Estas líneas que parecen deshilvanadas
Que cualquier otro poeta
Tildaría, de escombros de la palabra

La habitación se torno mas fría de lo común. La silueta de la luna entraba por el abismo de la ventana abierta. La maquina de escribir martillaba sobre el blanco papel seco, las tintas que resonaban en la espesura del inconsciente.
La puerta pesada, chillo suavemente. Las pinoteas lustradas parecían cansadas. Pasos que se acercaban.
Sudor frió que mojaba las sienes, nada más que decir. Todo lo demás no contaba, solo el sonido de las olas a lo lejos que el viento traía y llevaba.
En la hoja delgada que se izó de pronto y decidida, resplandeció la luz de la madrugada.

MARTÍN RAMOS
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Este profesor de lengua y literatura argentino tiene 37 años y un montón de títulos escritos (Analogía, Alrededor de ti, Encuentro, El beso esperado, El misterio de la vieja casona, Todo se reduce a la nada, Amigos del alma, La torre de Babel, Antíope –la verdad-, El final, Quién dijo que la cosa sería fácil, Crónica de una imaginación –Recabarren-, La salvación, Antíope, El baño de la oficina, Giro alrededor de ti, Herejía, Palabras perdidas, La divina compañía, Un día más, El bar de la avenida Rivadavia…).
“Actualmente me encuentro escribiendo una novela policial, pero me considero un cuentista, y de hecho, dentro del género narrativo es lo que más atrae mi atención.”


¡¡¡FELIZ NOCHE BUENA A TODOS!!!

23 de diciembre de 2010

53: "NOCHE DEFINITIVA"

Galopa, blanca libertad, y cruza sin temor el arco iris que tiñe nuestra luna primera.
Y despreocúpate del muro marino que nos impide llegar al horizonte, porque la arena está de nuestro lado.
Galopa, blanca libertad, y recorre hasta saciar tu energía los colores dispuestos por nuestro orgullo.


 No había nadie en la habitación, solo nuestros cuerpos desnudos se contemplaban en la cama. Era un momento fantástico, mágico, nunca quise que acabara, mas no cesé de debatirme entre lo que estaba bien o mal. Yo ansiaba conocerte bajo las sábanas que envolvían tu belleza, demostrarte que mi amor es grande aunque lo llamen imposible.
Las palabras sobraban en el recorrido de nuestras miradas, que se encontraron en un acto, un pacto con lo prohibido que me otorgaría la felicidad de estar a tu lado, si por mi fuera, hasta el fin de mis días. Poseías la esencia de un ángel que olvidó sus alas y estaba condenado a la discriminación homófoba de la gente, pero no te importaba, te daban igual los demás, así como sus pensamientos de ignorancia y no aceptación.
Dejé que tus manos curiosearan, y te imité. Busqué tus labios en la oscuridad de la noche, embellecida por los destellos blanquecinos que provocaba la luna en tu oscuro cabello.
Te amaba, no tenía sentido ocultarlo en el silencio incómodo que acudía a mí cada vez que me abrazabas o cogías mis manos de forma indiferente. Reuní el valor necesario para separarme de tu regazo e incorporarme hasta quedar sentada en el colchón. Te miré a los ojos y enmudecieron mis palabras, la voz que anhelaba decirte tantas cosas, calló en un instante que pareció eterno. Me obligué a recuperar el habla, necesitaba saber que todo aquello era algo más que un encuentro situado bajo las estrellas, que envidiaban mi fortuna en la distancia, pero no pude confesarte que el sentimiento que tenía hacia ti te necesitaba para siempre, que este loco corazón que llevo dentro necesitaba tenerte a su vera sabiendo que era mutuo y correspondido.

Entonces, te situaste frente a mí, dejándome disfrutar de tu hermosura, divina y pura. Me quedé inmóvil, con la vista fija en tu sutil mirada. Sonreíste sencilla, haciendo que un escalofrío recorriera mi cuerpo, que contemplaba la perfección de tu silueta de mujer.
[Nunca he dejado de amarte.]
Aquel beso que me diste, fue el comienzo de una nueva historia, la nuestra, la cual no tendría semejanza a ningún cuento popular o escrito, pues éste, sería infinito en la vida y la muerte.
LADY LUNA
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Soñadora, con 19 años, escribe desde que tiene memoria. Siempre lo hizo para ella, hasta que un día, de casualidad, su padre la descubrió. Eso fue de boca en boca y le animó a crear un blog en internet, un pequeño rincón literario, donde más tarde se vería con 140 seguidores y una media de 20 comentarios más o menos por publicación o relato.
Ha escrito varias novelas, las cuales no han sido publicadas en su página, con intención de, algún día, poder compartirla con alguna editorial que la ayude a cumplir su sueño de ser escritora.