Páginas

3 de febrero de 2011

95: "CARLA"

Se despierta aún con el regustillo amargo del whisky en la boca y en la garganta. Una melodía todavía confusa suena en su cabeza. Parece “ticket to ride” de los Beatles. Le gusta esa canción pero sabe que a mitad de la tarde empezará a odiar su estribillo. Calcula que a esa hora se le habrá repetido como un bucle interminable unas cuatrocientas veinte veces. Se arrebuja entre las sábanas. Fuera hace demasiado frío como para destaparse. Comprueba con un destello de orgullo que le duele la cara interna del muslo. Agujetas. Fernando había resultado ser todo un animal. “Tigre” lo definiría ella aunque fuera demasiado tópico. Acostarse con un hombre siempre resultaba ser agotador. Era infinitamente mejor que hacer una sesión doble de gimnasio. Al menos, pensaba ella, dormía con mayor paz interior.
Odiaba los movimientos rápidos de los hombres. Le parecía el tipo de sexo que se ve en las películas porno. El tipo de sexo diseñado para satisfacer a los hombres. No había nada de romántico ni de tierno. No había amor. Sin embargo, la explosión de vitalidad con la que arrancó nada más llegar a casa, cogiéndola por las piernas y aupándola como si apenas le pesara la llenó de un deseo irrefrenable de arrancarle la ropa. Luego la aplastó contra la pared de manera que ella pudo sentir el loco agitar de su corazón. La besaba como si fuera un lobo hambriento devorando a su presa recién cazada, humedeciéndole la piel de alrededor de su boca, raspándola sin miramientos con las duras barbas que a esas horas ya empezaban a despuntar. Era algo tan irracional, tan irreflexivo, tan primitivo que ella sintió que más partes de su cuerpo se le humedecían sin remedio. Luego vino la cama y su vaivén descontrolado. Con Fernando no era difícil coordinar el ritmo, él lo imponía y tú simplemente te dejabas llevar. Era como bailar con un experto de los que te ponen una mano firme en la espalda y tú descubres lo maravilloso que es girar siguiendo la música.
Lo que de verdad le sorprendió fue…que le gustaba. Quizá el caos del cuerpo no permitía que la mente la siguiera. Tal vez obnubilaba tanto los sentidos que los había convertido en pura sensación, en energía. El estallido de sus sentidos apareció por sorpresa y sin avisar. No recordaba si demasiado pronto para lo que ella estaba acostumbrada, ni si los vecinos comentarían al día siguiente algún escándalo inapropiado. Pero, y de eso sí que estaba segura, que de haber sido parte de los cimientos éstos habrían alcanzado un 7,5 en la escala Richter.
Ahora Fernando dormía inocentemente a su lado. Parecía un niño que acabara de prometer ser bueno para que le trajeran regalos los Reyes Magos. Su cuerpo de hombre le encantaba. Grande, velludo y musculoso. Pero de hombre. Las caras aniñadas y dulces de los tipos como Brad Pitt eran su tipo. Por eso la confusión se empezó a apoderar de ella. Con Fernando había descubierto que hay más que siete colores en el arco iris.
Se acercó sin hacer ruido y se recostó en el hueco de su brazo. Le acarició el pecho. Tampoco tenía la piel suave. Los dos estaban desnudos y aunque le apetecía terriblemente no se atrevió a acariciarle más abajo. Apenas lo conocía y no sabía si le iba a molestar. En aquel momento de indecisión el despertador decidió por ella. Ahora recordaba que él lo había puesto antes de quedarse dormidos. No quería llegar tarde al trabajo. Su enorme mano aplastó el despertador haciéndolo callar de inmediato. Respiró hondo como si necesitara coger fuerzas para empezar el día y se la quedó mirando.
-Buenos días – Le dijo al poco con voz pastosa.
Hasta ese momento no tenía muy claro dónde estaba ni con quien. Le sonrió. Le dio un beso en la sien acercándola con el brazo donde ella descansaba. Ella le devolvió la sonrisa. Ahora sí le resultaba tierno.
-Tengo que irme.

¡Plof! Y toda la magia se esfumó.
PAJARITA CON SUERTE
***********************************************************************************************************************************
“Escribo porque no me gusta este mundo, porque quizá reinventarlo es crearlo de nuevo, vivir otra vida, ser otra persona. Tal vez escribir sea como morir para volver a nacer.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario