¿Cuántas lunas habían pasado desde que la vio por última vez? Tal vez demasiadas.
-Sólo una, Eugenia – Le palpaba en el hombro aquel paisano de uniforme. – Tranquila que seguro volverá.
¿Cómo era posible? ¿Se había ido? ¿Se la habían llevado?
Su hija tan sólo tenía 10 años y había desaparecido. Se fue a jugar al parque y no regresó a por la merienda.
Eugenia tenía un vacío muy desagradable en el estómago y los pensamientos totalmente nublados. Era una sensación rara. La más extraña por la que nunca había pasado. Todo era un sueño, una cruel mentira del destino.
Desesperada intentaba evocar una y otra vez el rostro de su niña, el que tantas veces había contemplado, en silencio, con la luz apagada, secretos de una madre enamorada. Pero era inútil. En realidad todo había pasado hacía millones de años, su nacimiento, sus perretas, su sonrisa. O quizá no había existido nunca.
Eugenia se sintió desvanecer. Era la cosa más horrible que le puede suceder a un ser humano.
Un montón de manos evitaron que se cayera al suelo. Afortunadamente las desgracias hacen unir a las personas. Aunque hubiera sido mejor disfrutar de las alegrías.
“La niña está muerta”. Este pensamiento le rondaba la cabeza una y otra vez. Y aunque fuera algo terrible, casi lo prefería. Lo prefería a vivir con la incertidumbre el resto de su vida. Encontrar su cadáver y zanjar el tema. Sólo así soportaría lo que le queda en este mundo.
Sólo hacía un día que no veía a su hija, y Eugenia seguía esperando.
MATILDE ASENJO
**********************************************************************************************************************************
“Tengo un par de vicios en mi vida, el tabaco y la escritura. No sé si lo hago bien o mal, pero no podría parar de hacerlo. Aquí os dejo este pequeño relato para que lo desgranéis como se desgranan las noticias del día a día. Feliz año 2011 a todos.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario