Llevo mi casa a rastras bien pegada a mi espalda. Es pesada, incómoda, pero sin ella no podría vivir. En ella me refugio todos los días al salir del trabajo, enrollándome en su interior hasta convertirme en una mínima parte de mí mismo. Al día siguiente saco mi cabeza somnoliento y vuelvo a reptar hasta el trabajo.
Esa es mi vida de caracol, día tras día, sin más objetivo que soportar la carga de mi casa, más liviano cada año que pasa, sólo un poco menos pesada.
A veces sueño que dejo de ser caracol y me convierto en babosa, que soy libre para descubrir el mundo, para hacer lo que quiera. Sin casa que aplaste mi libertad. Luego me despierto. “Algún día”, me digo a mí mismo. “Algún día terminaré de pagar la hipoteca”.
CARLOTA PÉREZ GARCÍA
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Carlota Pérez repite experiencia porque “hay que apoyar las iniciativas corales, que tanta falta hacen en estos tiempos de supervivencia, donde el yo es más importante que el nosotros. Si fuéramos una sola célula en medio del desierto pereceríamos, pero si formamos parte de un ser humano, somos parte de un milagro; especiales, necesarios pero complementarios. Y el arte no es propiedad de cuatro elegidos, es la voz de todos y cada uno de nosotros, nos mostremos o no. Ánimo pues a los que tienen algo qué expresar porque aquí tienen su espacio”
Muchas gracias Carlota por tan bellas palabras. Tienes toda la razón, 365 días de cuentos tiene la puerta abierta a todo el mundo. No tengáis miedo, entrad en nuestro mundo de los cuentos.
Podéis leer su otro cuento si pincháis en:
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