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7 de febrero de 2011

99: "TRISTE MELODÍA"

Siempre asumí mi poco éxito con las mujeres. De baja estatura y con una barriga mas que incipiente, se que no poseía los atributos necesarios para que ellas se fijaran en mi. Mis contactos con el sexo opuesto se reducían a algunos encuentros con prostituas y a unas pocas citas con solteronas poco agraciadas, al igual que yo.

Por eso me sorprendió tanto cuando Clara se fijó en mí. Fue una noche, al salir yo de trabajar. Mi sustento era mi voz y tal vez también, mi único atractivo. Era poseedor de una voz de tenor con un timbre claro y brillante, de corte dramático. Trabajaba en un local de los suburbios, no de muy buena catadura, pero que se llenaba de gentes de todos los rincones de la ciudad para oírme cantar. Quizás fue mi voz lo que la enamoró gentes. Nunca lo supe con certeza.

Clara era una criatura hermosa, etérea, como una princesa de cuento. Era poseedora de una intensa mirada azul y fueron esos radiantes ojos azules los que una fría noche de invierno fueron a fijarse en mi poco agraciada persona. Todo sucedió hace muchos años pero mi memoria todavía conserva el recuerdo de aquella madrugada.

Eran más de las dos de la madrugada, me había entretenido tomando unas copas con los camareros del local donde yo actuaba y cuando salí a la calle grandes truenos rompían el silencio de la noche. La lluvia caía despiadadamente sobre los pocos transeúntes que a esas horas osábamos deambular por allí. Me sorprendió ver una pequeña figura que portaba un paraguas corriendo hacia mi.

_Usted es el hombre que ha cantado esta noche en el club. No puede mojarse y estropear esa hermosa garganta. Permítame que le acompañe a su casa o al menos que le cubra con mi paraguas hasta que pase un taxi.

Quede perplejo ante tamaña desenvoltura. Su aspecto delicado resultaba engañoso ante su desparpajo. Sin saber como, me vi caminando junto a ella hasta llegar a mi casa. En el corto camino que separaba mi hogar del club ella me contó sus sueños de ser cantante y como invariablemente se le iban cerrando las puertas. Le prometí ayudarle en lo que pudiera. Quedamos en vernos al día siguiente y a ese día sucedieron muchos otros. Me fui enamorando de ella poco a poco. No fue un amor pasional, no hubo grandes demostraciones de amor ni escenas de película. Fue un amor tranquilo, sosegado y al cabo de un año decidimos casarnos.

Nuestra vida en común, al principio, fue como nuestro noviazgo: tranquila, sin grandes altibajos y sin sobresaltos. Ella, por fin, cumplió su deseo de cantar y los dos nos ganábamos bien la vida haciendo lo que nos gustaba. Éramos felices. Yo deseaba un hijo sobre todas las cosas, pero ella, siempre tan condescendiente en todo, no quería satisfacer mi deseo. Intenté convencerla de todas maneras posibles, pero sin resultado.



_No quiero ser madre, no todas las mujeres tenemos instinto maternal_ me respondía cuando trataba de averiguar el porqué de su negativa.
Y un día, cuando ya había abandonado toda esperanza de ser padre, vine a notar unos cambios en el cuerpo de mi amada. Mis sospechas se confirmaron y entre llantos me hizo saber, que en efecto, estaba embarazada.
Mis risas de júbilo se confundieron con sus lágrimas y por primera vez vi en sus hermosos ojos azules destellos de rabia.
_No quiero ese niño, no le quiero. Haré todo lo posible por malograr este embarazo_ gritó mientras con sus puños se golpeaba la barriga.
_Clara, tranquilízate mi princesa. De ti nacerá un niño sano y hermoso y lo querrás tanto como yo lo quiero ya.
_Noooooo, eso no sucederá jamás_ el lamento atronador surgió de su garganta y me atravesó el alma como un puñal.
Sus gritos y sus golpes hacia si mi misma destruyeron mi temple y sin tan siquiera darme cuenta de lo que hacia le pegué. Fue una bofetada en la cara, no demasiado fuerte pero si lo suficiente como para que se quedara paralizada.



Estos sucesos marcaron un antes y un después en nuestra relación. Jamás me perdonó. Sufrió su embarazo a solas, no compartimos ni un solo momento mas como marido y mujer. Cuando su embarazo fue en aumento dejó de cantar en el club, motivo por el cual, su odio hacia mi se fue haciendo mayor.  Llegado el momento dio a luz a un niño gordezuelo con sus mismos ojos al que ni tan siquiera miró. Se limitaba a darle de mamar cuando era necesario y el niño pasó a ser solamente mi hijo. En el mismo momento en que pudo desamamantar al bebe lo dejó relegado a un rincón dejándolo entero a mi cargo.

Tuve que contratar a una chica para que se hiciera cargo de mi hijo por las noches, eso mermó nuestra economía, lo que supuso un nuevo enfrentamiento con Clara. Aún así, no se planteó el hacerse cargo del niño. 

El cuerpo de Clara nunca volvió a ser el mismo. Perdió su elegante figura, sus formas se redondearon y sus andares felinos se convirtieron en toscos y pesados. Se que también me achacó a mi la culpa de la deformación de su cuerpo.

Durante un tiempo intenté que viera a su hijo como producto de nuestro amor y no como algo que le había ajado el cuerpo. No tuve éxito y tras varios intentos fallidos desistí de mi empresa.


Nunca deje de amarla pero pasé a ignorar su presencia. No sé el motivo por el cual nunca nos planteamos el separarnos, pero seguimos compartiendo casa. Ella no volvió a cantar en el club pero si que solía desaparecer noches enteras de casa. Jamás le pregunte donde iba, sinceramente había dejado de importarme. Me volqué en mi pequeño, al que cuidaba y mimaba como su madre debería haber hecho.  Todas las noches le cantaba y mi voz le producía pequeñas risas que le marcaban unos preciosos hoyuelos en la cara. Las pocas noches en las que Clara permanecía en casa, se que le irritaba oírme cantar.


Fue pasando el tiempo y el niño empezó a reclamar la atención de su madre. Ella siempre le apartaba de un manotazo y el pobre pequeño venia corriendo a refugiarse en mis brazos. Un día me rompió el corazón cuando con su lengua de trapo me dijo:
_Papi, mami no nos quiere
_Cariño_ le respondí_ mami esta nerviosa, claro que nos quiere, tenemos que tener paciencia y un día nos lo demostrara.
Acto seguido intenté entretener al niño con una canción, pero solo me salían melodías tristes que no hicieron mas que acentuar nuestra tristeza.


Los años fueron pasando lentos e inexorables pero nada cambió. Mi hijo era un niño sano pero herido, inteligente pero introvertido. Pocas veces vi una sonrisa iluminar su rostro. Yo le daba todo el amor que se merecía pero que en ningún caso sustituía el amor que debería haber recibido de su madre. Las lágrimas de mi niño eran como pequeñas agujas que me sangraban el corazón.

Un buen día Clara no regresó a casa. Cuando empezaron a pasar los días denuncié su desaparición a la policía. Durante unos meses la estuvieron buscando pero al final archivaron el caso. Se habrá fugado con su amante, me dijeron.

La desaparición de mi mujer hizo que hijo se fuera relajando y su rostro empezó a dibujar pequeñas sonrisas.  Al cabo de unos meses se olvido de Clara y todo lo que había representado para el.

Una noche, tan desapacible como aquella en la que conocí a Clara, la policía llamó a mi puerta.  Habían encontrado el cadáver de Clara en el solar de una casa abandonada a las afueras de la ciudad, la habían estrangulado, pero no contaban con ninguna pista sobre la identidad del asesino. Al cabo de unos meses volvieron a archivar el caso. Yo pude enterrar su cadáver y darle la paz que necesitaba.



Han pasado muchos años y sigo visitando la tumba de Clara. En ella nunca faltan flores, las que yo deposito en cada visita. Nadie más viene a hacerle compañía. Yo a veces le canto con la misma voz que un día la enamoró. Otras le hablo y le cuento los logros de aquel hijo al que nunca amó. Aquel hijo que conoció la felicidad el día en que ella desapareció. Aquel hijo que paso a ser lo mejor de mi existencia, aquel por quién hice todo lo humanamente posible para que fuera feliz. Creo que lo conseguí. Mi hijo, hoy en día, es un pediatra famoso, su hijo un prometedor cantante a punto de hacerme bisabuelo y yo, en el fondo, añoro a mi Clara del principio, la Clara que me enamoró, aquella Clara a la que tuve que sacrificar por amor a mi hijo.


Nadie supo jamás que fui yo quién la maté.
SUSANA PONS
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Me llamo Susana y nací en Zaragoza una madrugada del 21 de marzo de 1968.
El amor me llevo a tierras gallegas y mas concretamente a Vigo, que es donde ahora vivo.
He escrito desde siempre, desde que recuerdo, pero lo hacia solo para mi.
Un día escribí una crónica de un viaje a Tailandia y empecé a subirla a un foro. La gente fue pidiéndome más y más y a partir de ese momento me dí cuenta de que también podía escribir para los demás.
                                                    
Este es mi pequeño Curriculum:
_Semifinalista en el certamen de microrelatos de la editorial Fergutson, con el relato “Rica Venganza” publicado en el libro Supervivencia.
_Finalista en el certamen de diciembre 2009 de relatos cortos de la editorial Fergutson, con el relato “El banco de María” publicado en el libro La Forja de Baelix-Cure.
_Ganadora en el certamen de novela corta de la editorial Fergutson, con el título “Nada es lo que parece”, pendiente de publicación.
_Finalista en el certamen de Navidad 2010 de la editorial Fergutson, con el título “Regalo de Navidad” publicado en el libro Sopa de Letras/ La cena de los hermanos. 

12 comentarios:

  1. Sentí una profunda tristeza...pero reconozco que es un relato muy bien logrado. Marcela.

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  2. Susana.... Lo encontré y me gustó muchísimo. Te felicito porque si alguien que conozco es experta para desenlaces inesperados eres tú, además de muy bien escrito. Te mando un beso. LAVA

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  3. Hola Susana, soy Gemma de Fergutson y debo decirte que me gustó mucho tu historia, sobretodo el final. Besitossss.

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  4. Hola Susana:

    Acabo de leer el relato. Me ha gustado bastante, porque mezcla las alegrias y las tristezas de la vida misma. Te animo a que sigas escribiendo, lo haces muy bien y usas muy bien el lenguaje.
    Besos y abrazos,

    José y Eva

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  5. Como siempre esta escritora nos sorprende tanto por su dureza como por su ternura.

    Mantente en esta linea y seguro que uno de los proximos sera un bet seller.

    Un beso muy fuerte

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  6. Que te voy a decir que no te haya dicho ya, mi compañera de fatigas, de éxitos y de alguna que otra desilusión. No cambies nunca
    Gloria

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  7. Muy buen relato Susana. Realmente es una gran bendición que te hayas decidido a compartir tus textos con el mundo lector. Un abrazo desde Argentina!

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  8. Susana: Soy tu amiga Belen Gil, me ha encantadoooooooooooooooo !!!
    Sigue que quiero tener una amiga famosa. Muchocs besos guapa.

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  9. Hola Susana soy Natalia me ha gustado mucho pero es realmente triste,tengo aqui al lado a Ivan y no puedo entender como una madre no puede querer a su propio hijo,menos mal que tiene a su padre. Bueno muchos besos y a seguir escribiendo que lo haces muy bien

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  10. Hola Susana, soy kike de Zaragoza.
    No sabía que escrbieras tan bien, ya sabes que a mi me gustan las hisorias oscuras y esta me ha encantado.
    Un beso y sigue escribiendo que lo haces muy bien.

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  11. Acabo de leer tu relato y me ha encantado como todos los demas, sigue asi que te veo en Independencia firmando libros.Un besazo de tu "AMIGUICA"

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  12. Pues muchas gracias a todos por leerme, a los que conozco y a los que no!

    Besos.

    Susana

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