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24 de enero de 2011

85: "LA SUEGRA"

Tenía la cara de una actriz porno pasada de moda y el cuerpo de una ballena blanca a punto de reventar, tenía una voz estridente que sonaba a patio de recreo y cierta predisposición a mentir sobre su edad verdadera. Pero era la Madre de mi mujer y cuando íbamos a verla siempre me sacaba una botella de Whisky gran reserva para celebrarlo. Por lo que a pesar de todos los tópicos que existen sobre las suegras, me caía bien.
El día que murió por culpa de una sobredosis de almejas en mal estado, me enteré por la radio del coche mientras volvía del trabajo. Mi mujer se enteró en casa gracias a una vecina cotilla aficionada a esparcir todo tipo de chismorreos planetarios. Desolados, aquella noche permanecimos callados y agarrados fuertemente frente a la última botella de Whisky que nos regaló por Navidad.
El entierro fue un desfile interminable de borrachos afirmando que la conocían igual que a una hermana. Nunca había contado tantos borrachos por metro cuadrado. De todas formas lo que más llamaba atención en aquellos tipos, no era su lamentable estado etílico sino la estrafalaria  manera de vestir. Nunca había visto nada igual de bochornoso desde la serie Hawai 5-0. Durante la misa de despedida y con la difunta de cuerpo presente, el sacerdote tuvo que llamar al orden a uno de aquellos pobres desgraciados, ya que se había apalancado el cáliz lleno de vino y no lo soltaba ni  tiros.
En el cementerio quedamos solo cuatro. No se la pudo incinerar a causa de las elevadas tasas de alcohol en sangre que presentaba dos días después de fallecer. Esta señora puede provocar un incendio y quemar todo el edificio, nos gritó el encargado de la incineradora, y tuvimos que enterrarla. Los últimos momentos antes del adiós definitivo fueron emotivos y confieso que alguna lágrima se me escapó. Mi mujer dejó sobre la lápida una antigua fotografía de su Madre en la que todavía no era necesario usar el photoshop para disimular sus defectos, y nos marchamos de allí con la sensación de haber dejado atrás un peso muerto en nuestras vidas.
Al día siguiente asistimos a la lectura del Testamento en el despacho de un famoso abogado de la ciudad. La sobriedad del acto contrastaba con el cuadro de unos perros jugando alegremente al billar, que el abogado tenía colgado en su despacho.
Llegado el momento, una de las secretarias que habíamos visto al entrar trajo un sobre que abrió ella misma, para entregar al abogado un papel del interior con las últimas voluntades de la difunta. Mi mujer y yo nos cogimos de la mano conteniendo la respiración, y esperamos a que el abogado comenzara a hablar.
El abogado puso esa cara de circunstancias que suele preceder al dolor que produce en los demás su minuta y empezó a hablar:
Hola hija, seguramente estarás sentada junto al payaso de tu marido. Solo Dios sabe lo que recé para que no te casaras con él. Casi me arruino comprando velas como ofrenda para la patrona de los imposibles. Evidentemente no funcionó y te casaste.
Ahora que me ido, quiero que sepáis que en cada botella de Whisky gran reserva había una pequeña meada mía de regalo con la que  daba ese toque añejo a la bebida, que tanto pareció gustarle siempre a tu marido.
También quiero aclararos que estoy sin blanca y que mis cuentas corrientes están aún más tiesas que yo en estos momentos. Espero que a pesar de todo seáis felices y comáis perdices, espero que no me traigáis flores a la tumba, siempre he odiado esa cursilada. Pero podéis depositar regularmente una caja de bombones de licor, por si acaso en algún descanso me dejan salir. PD: No me podréis incinerar.
Mi mujer anonadada por lo que acababa de oír, dijo: Hostia, que huevos tenía mi Madre. Pero yo pensé mientras sonreía como un bobalicón a mi mujer: Me cago en la vieja hija puta del demonio.
VICENTE GARCÍA COBOS
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De Vicente sólo sabemos que es de Barcelona. A ver si se anima a enviarnos su biografía y su foto para conocerle mejor. Igual si le escribimos muchos comentarios se anime.
A nosotros nos ha gustado mucho el cuento. Nos hemos reído un montón.

2 comentarios:

  1. jajajajajajajajajaja Genial!!!!!!!!! Me encantó!!!!! Qué buen recurso el tuyo, Vicente: el humor que le has puesto al relato impecable. Te felicito, me reí mucho...y...por cierto, ¿a que no las hay en la vida real así??? jejejeje
    Saludos. Marcela, desde Buenos Aires. :)

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  2. Yo tambien me he reído un monton. Desde luego que "las suegras" se las traen eh? Yo desde ahora por sí acaso en cada frasco de colonia que me regale... lo tiraré por el wc, no vaya a ser que me haya puesto lo mismo, jejejeje. Un besito y a seguir escribiendo.

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