Aquel día entramos por la boca del metro eufóricos. Alexis llevaba un abrigo muy pesado que guardamos en mi mochila para que no estorbase en nuestro plan de viaje.
—Necesitamos libertad de movimientos —aseguró. Sofoqué mis dudas y nos hundimos en la boca del metro. La escalera eléctrica que nos llevó hasta el andén, iba ese día más lenta que nunca, repleta de personas que intentaban ignorarse unas a otras y que nos impedían avanzar siquiera un paso.
Cuando escuchamos el pitido que anuncia el cierre de puertas ocupamos con rapidez nuestras posiciones. Apenas tuvimos tiempo para colocarnos en el sitio exacto antes de comenzar: cada uno sujeto de unas asas metálicas que sobresalían por fuera del último vagón. Yo pasé primero y coloqué mis pies en un escalón que sobresalía a ras del suelo. Alexis me imitó y compartimos una mirada cómplice. Nadie nos vio.
—¡Suerte, Mauro! —me dijo feliz. El tren inició su trayecto con un movimiento tan brusco que por poco nos hace caer. La emoción se nos escapaba del cuerpo a carcajadas enloquecidas. Las paredes del túnel parecían un film antiguo, cuadro a cuadro, tal vez en sepia. La velocidad aumentó, cada curva era una aventura increíble. El vértigo. El aire. La oscuridad.
Cuando llegamos al cruce de vías, vi que un tren se aproximaba y el nuestro comenzó a cambiar de riel. Alexis esperó hasta el último momento y cuando el primer vagón estaba casi al lado del nuestro, tiró de mi mochila con fuerza empujándome al vacío.
Desde entonces vivo en este subterráneo, y no pienso salir de aquí. Me he acostumbrado a la oscuridad que tiñe estas largas avenidas subterráneas; aquí me distrae el zumbido de los trenes que van y vienen, que me atraviesan cada cinco minutos. Sólo espero la oportunidad de encontrarme de nuevo con Alexis, sé que alguna vez tendrá que subirse de nuevo al metro, y entonces podré hacer por él lo mismo que hizo por mí.
BELISA BARTRA
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Nuestro Ángel de la guarda ha querido repetir la experiencia 365 con este inquietante relato. Todo un regalo para vosotros, mis queridos lectores, puesto que os aseguro que le ha llevado un montón de días dejarlo perfecto.
Su otro relato, “Memoria” se impuso en menos de 48 horas en el ránking de los 10 cuentos más leídos. ¿Lo conseguirá esta vez?
"Vivo en Barcelona, y aunque de origen catalán, soy venezolana, mexicana… nacida en Inglaterra. Participo en un proyecto de difusión de microliteratura, escribo en mi blog personal y me cuento mis propios cuentos. Desde siempre imagino historias, me invento el mundo a cada paso y, cuando aprendí a hacerlo, también comencé a reescribirlo.
Creo que es inútil hacer una descripción de mí misma, dado que vivo en constante reescritura y no puedo parar de imaginarme. Acaso el cambio me define."
Creo que es inútil hacer una descripción de mí misma, dado que vivo en constante reescritura y no puedo parar de imaginarme. Acaso el cambio me define."
Podéis seguir la trayectoria de esta estupenda escritora en:
Maravilloso relato traído de las profundidades, un gusto leerte Belisa, como siempre, como en todo lo que haces. Un abrazo.
ResponderEliminarLindo cuentito, Belisa querida!!!!!!! Besos, LA tía...
ResponderEliminarFantástico Beli! Leerte siempre es un placer. Oye la próxima vez tienes que llevarme a ese vagón que te inspiró (quizás en Enero...) Un gran abrazo amiga!
ResponderEliminarmuy buen cuento, te felicito por la corta pero atrapante narración.
ResponderEliminarMartín
Me ha encantado Belisa! Oscuro y muy poetico! Felicidades! Un saludo!
ResponderEliminarMuchisísimas gracias, gracias, gracias por sus amables comentarios, y por tomarse el tiempo de leerme.
ResponderEliminarUn abrazo muy gordo.