Páginas

27 de diciembre de 2010

57: "UNA CITA CON SARA"

El sol entraba por entre las rendijas de la persiana, ayudando a Marco a desperezarse, el radio-reloj de su mesita de noche, marcaba las 11:28 de la mañana de un luminoso sábado, su madre,  al percatarse de que Marco se estaba aseando, comenzó a preparar su desayuno a base de cereales y leche. Después de desayunar, Marco encendió su ordenador, tal y como acostumbraba a hacer todas las mañanas, y como si de un ritual se tratase, lo primero de todo, era entrar en la red social, que usaba para mantenerse en contacto con sus amigos y con aquella chica, Sara, que tanto le gustaba.
Todos los amigos de Marco estaban en la red y por sus mensajes parecía que estuviesen en medio de una acalorada discusión. Por lo visto, aquella misma mañana temprano, estuvieron  jugando un partido de fútbol sala y las decisiones arbítrales no habían sido del agrado de sus amigos, el resultado de 2-2  no parecía contentar a nadie. Marco se indignó -¿Cómo es posible que ninguno de mis amigos me haya avisado del partido?- se preguntaba – Si todos saben de sobra que me encanta el fútbol- . Marco paso de la indignación al enfado cuando vio que sus amigos, preparaban la revancha del partido delante de sus narices y aún así, ninguno le dijo nada. Nadie parecía acordarse de él a pesar de tener su nick activo en el chat y de haber saludado al entrar. A punto estuvo de reclamar ante sus amigos su derecho a jugar ese partido, cuando de repente le llega un mensaje privado de Sara. En la cara de Marco se dibujó una sonrisa que le hizo olvidar por un momento todo ese asunto del partido, como si de un momento mágico se tratase todas las células de su cuerpo se revolucionaron. Sara le estaba preguntando sobre sus planes para esa misma tarde, y le propuso que si no tenia nada que hacer podían verse y tomar un café juntos cerca de la casa de Marco.
La verdad es que Marco no tenia muchas oportunidades de ver a Sara, que vivía en la otra punta de la ciudad, y a pesar de que en alguna ocasión había intentado ir a verla, le había resultado imposible, porque el chofer del autobús se había negado a llevarle en todas las ocasiones, y siempre acababa discutiendo hasta el insulto, con el maldito chofer que la tenía tomada con él. Marco tampoco tenia coche propio y aunque le pedía el suyo a su madre, ella nunca se lo quiso dejar, alegando que él no sería capaz de conducirlo y que podría tener un accidente, Marco nunca entendió esa actitud de su madre, - Me saqué el carné de conducir a la primera y su coche no es tan especial como para no saber llevarlo- Se decía a sí mismo, con cierta mezcla de impotencia y rabia. Pero esta vez es diferente -Pensaba-  esta vez Sara va a venir a mi barrio a verme, esta vez no habrá discusiones con el chofer, esta vez no tendré que enfrentarme con mi madre, esta vez, será la vez.... de hoy no pasa, hoy sabrá lo que siento por ella.
Sara y Marco no tardaron en ponerse de acuerdo para quedar a las 18:30 en el parque que había junto a su casa. Marco tenia 5 horas para preparar la cita perfecta, después de tantas semanas chateando y hablando por teléfono, después de buscar las excusas mas tontas del mundo para llamar su atención, cuando se reunían con el grupo de amigos, hoy se sentía como un francotirador que había esperado pacientemente el momento oportuno, vigilando las rachas de viento y midiendo la distancia para alcanzar su objetivo de un solo disparo, hoy, dentro de 5 horas, apretaría el gatillo.
Marco devoró con rapidez el cocido de garbanzos que su madre había preparado, renunció incluso a las chuletas del segundo plato, sólo se permitió la licencia de deleitarse unos instantes con el postre, una tarta de café que había preparado para ellos una vecina, con la que su madre compartía tardes de café y amenas conversaciones.- ¿Ya te marchas?,  ¿dónde vas con tanta prisa? -   Preguntó la madre al tiempo que Marco se ponía las zapatillas de deporte, junto al taquillón de la entrada.- Si, hoy tengo algo de prisa- respondió Marco con la manilla de la puerta de la calle en la mano. – Ten mucho cuidado hijo, y si necesitas que te vaya a buscar o te surge algún contratiempo llámame – Dijo la madre con cierto tono de preocupación –Por Dios, mamá, que ya tengo 22 años, no soy ningún crío, no se si llegaré un poco tarde- Le advirtió mientras entraba en el ascensor.
Marco sabía que un bonito ramo de flores es una magnifica herramienta para ganarse el corazón de una chica y Sara no podía ser una excepción, así que se dirigió a una  floristería cercana con la intención de comprar el ramo mas impresionante que su presupuesto le permitiese. Al llegar a la floristería se percató de la presencia de un enorme perro de raza schnauzer gigante, de color negro, que estaba tumbado en uno de los escalones de acceso al establecimiento, no sintió miedo pero si tuvo la precaución de no acercarse demasiado. Toda su ilusión se vio truncada al intentar entrar en la floristería, la luz del comercio estaba encendida, pero por mucho que peleó con la puerta no hubo manera de acceder al interior, - Qué fastidio, menudo contratiempo, seguro que la dependienta a salido a tomar el café  – Pensó mientras escrutaba el letrero del horario, en el que ponía que no cerraban al mediodía, - En fin, esperaré a que regrese- Pensó con cierta impaciencia. No pasaron ni cinco minutos cuando una señora llegó, empujó la puerta con suavidad y entró en la floristería, Marco, se apresuró a entrar, pero de nuevo, se le hizo imposible atravesar la puerta, entonces comenzó a aporrearla  para llamar la atención de la dependienta que se encontraba detrás del mostrador atendiendo a la señora que acababa de entrar. La dependienta miró a Marco y con una tenue sonrisa de complacencia, acompañada de un gesto de impotencia, le hizo ver que no podía ayudarle. – Maldita sea, esto es increíble, que demonios se pensará esta dependienta, ¿que voy a robarle o algo así?, no pienso volver a esta floristería en mi vida-  Pensaba mientras maldecía su suerte. Entonces recordó que había otra floristería en el centro comercial, que estaría abierta a esas horas, pero el trayecto le llevaría al menos 20 minutos de ida y 20 de vuelta, aún así decidió ir hasta el centro comercial.
Esta vez no hubo contratiempos, entró en el centro comercial y se dirigió a la floristería que se encontraba en la planta baja, compró un hermoso ramo de rosas y regresó al barrio. Ya eran las cinco de la tarde y aún le quedaba una cosa por hacer antes de la cita. Elegir el lugar idóneo para declararse, Marco pensaba que lo mejor sería un local intimo, apartado de miradas ajenas y con un ambiente agradable, un bar o una cafetería donde Sara pudiese sentirse a gusto y donde se pudiese hablar y escuchar, sin que los demás pudiesen escuchar lo que hablaban.
Después de darle algunas vueltas a la cabeza, se le ocurrió el sitio perfecto, una cafetería llamada “La Goleta”, era un establecimiento poco frecuentado, pero con un gran gusto en la decoración, con sillas y mesas de mimbre, sobre las que descansaban unas lamparitas de color violeta. La música ambiental, sonaba con un volumen ideal para conversar. Entonces se le ocurrió una magnifica idea, le pediría al camarero que le guardase el ramo de flores y así podría deslumbrar con él a Sara en el momento justo, sin dejar entrever sus intenciones antes de asegurar el disparo.
Marco se dispuso a entrar en la cafetería por una de las rampas que se intercalaban con las escalerillas de entrara al local, pero no se percató de que estaban recién fregadas y se resbaló cayéndose de bruces contra el suelo, con tan mala fortuna, que el peso de su cuerpo aplastó por completo el ramo de rosas. El camarero y varios transeúntes ayudaron a Marco a incorporarse, el pobre Marco estaba magullado en su cuerpo y en su orgullo y de las rosas no se salvó ni una, para rematar la faena, mientras todos los transeúntes recriminaban al camarero no tener un cartel que advirtiese del peligro, el encargado del local se dedicaba a echarle toda la culpa a Marco – ¡Cómo iba a saber yo que este muchacho no sería capaz de subir por aquí! –exclamaba- Si necesitaba ayuda bien podría haberla pedido, digo yo- Seguía defendiéndose el camarero, pero Marco no estaba para perder el tiempo discutiendo con nadie, faltaba media hora para que llegase Sara y tenía la ropa, manchada, el cuerpo dolorido y sin mas plan que la improvisación para declararse a Sara.
Deprisa y corriendo Marco llegó a su casa y sin darle ningún tipo de explicación a su madre, se cambió de ropa y se dirigió a toda prisa hacia la parada del autobús. Cuando llegó, Sara ya estaba allí, sentada en el banco de la marquesina – Me habías preocupado. Ya pensé que se te había olvidado- Dijo Sara con una sonrisa. A Marco no le quedó otro remedio que disculparse y antes de que pudiese proponerle un sitio para tomar el café Sara le invitó a dar un paseo por un parque cercano. Durante el paseo charlaban de los momentos que habían pasado juntos y de las anécdotas más recientes de su grupo de amigos.
Cuando pasaban junto al estanque, Sara se acercó a uno de los bancos que había entre los árboles que vestían el parque, se sentó y Marco se colocó a su lado. A Marco le pareció el momento oportuno para lanzarse, a pesar de que no era como él lo había planeado y a pesar de verse desposeído de su ramo de flores, decidió disparar. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo y una sensación de ahogo paralizo su respiración antes de comenzar a hablar, sintiéndose prisionero de una sensación de emoción y ansiedad. - Mira Sara- Dijo Marco respirando hondo- Hace mucho tiempo que quiero decirte algo, me he fijado en ti desde el primer momento que en te vi, cada vez que pasabas a mi lado mis ojos no podían evitar acompañarte en cada movimiento, cada vez que me hablabas, tu voz se impregnaba en mi como la mas dulce de las mieles, cuando te ibas de mi lado, te llevabas contigo todo mi mundo, vives instalada en mi mente y eres mi primer pensamiento al despertar. Te quiero Sara, estoy enamorado de ti y me harías la persona más feliz del mundo si quisieras ser mi novia-. El tiempo pareció detenerse durante un instante. Sara se quedó mirando a Marco con ternura, y mientras se mordía el labio inferior, trató de buscar las palabras adecuadas- Verás Marco, yo te quiero mucho, pero no como tú esperas, me encanta compartir el tiempo contigo pero.....- Sara dejó la voz suspendida durante un momento, tratando de hilar las siguientes palabras, Marco que se había vaciado por dentro y que veía alejarse sus posibilidades intervino - ¿Pero qué? , Se sincera por favor, ¿no te gusto?- Sara cogió la mano de Marco y mirándole a los ojos dijo- Sí me gustas, pero no como pareja, no me atrevo a empezar algo que no pueda mantener en el tiempo y temo que más pronto que tarde me iría de tu lado, tu caso es tan especial...- Marco no pudo retener una lágrima, que rodaba por su mejilla derecha, al tiempo que se lamentaba en voz alta de su mala fortuna, -¿Por qué la vida me trata así? ¿Qué he hecho yo para que toda la gente me trate así?- Sara quiso calmarle- Pero Marco, piensa que todos tus amigos te aprecian y todos hacemos lo posible por facilitarte la vida- Marco levantó el volumen de su voz, endureció su mirada y un torbellino de rabia explotó en su boca- ¿Que todos hacen lo posible por facilitarme la vida? El maldito conductor del autobús no me deja subir, la puta floristera no me deja entrar en la floristería, el camarero dice que para entrar en su bar tendría que pedirle ayuda, mis amigos no quieren que juegue con ellos al fútbol y mi madre me sobreprotege como si fuese un niño pequeño.... ¿por qué?, Sara, ¿por qué?, yo no me merezco esto-. Sara se levantó y le dijo con voz severa –Me temo Marco que no comprendes la realidad que te rodea: No puedes echarle la culpa a los demás de tus problemas y, sobre todo, tienes que actuar de acuerdo con tus limitaciones, no es por ti Marco, todo esto que te ocurre, no es por ti, sino por tu silla de ruedas.
DIEGO D. MARTINO
**********************************************************************************************************************************
“Nací en Burgos, en agosto 1977, hijo de una asturiana y un extremeño, hace 7 años que me mudé a Asturias, al concejo de Villaviciosa, donde dirijo un comercio. Siempre me he sentido  asturiano y así me considero, principalmente porque quiero serlo. Nunca había escrito nada hasta ahora. Soy músico vocacional  y tengo algunos discos y maquetas grabados.”
Igual algún día se decide a enseñarnos su música.

Nos encanta esta aportación por dos cosas. Porque nos ha venido de un lugar muy cerquita al nuestro, en esta Asturias verde y lluviosa que a pocos deja indiferente su belleza, y por ser la primera vez que Diego se arranca a escribir.
Muchas gracias por dejar que seamos nosotros los elegidos para mostrarnos tu primer cuento.
Aplaudimos tu valentía, Diego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario