Apenas salió por esa puerta comenzó a llover en sus ojos. Corrió lo más rápido que pudo. No quería que lo vieran llorar, no tenía porque llorar, ahora por fin era libre, pero libre ¿de qué? Los recuerdos lo seguían atormentando, nunca sería realmente libre. Se dio cuenta que era un cobarde.
Le quedaban según sus cálculos máximo unas 10 horas de vida, tenía que irse lejos, para que su madre no le viera morir ni se enterara de su muerte, así al menos albergaría la esperanza de que el rehacía su vida en alguna parte. La carta de despedida serviría para tranquilizarla un poco.
Tomó un bus a Valparaíso, en dos horas estaba ya en el puerto. Se mezcló con el abundante gentío y arrendó una humilde balsa perteneciente a un pescador artesanal, le dio todo el dinero que llevaba consigo, subió a la balsa y furiosamente hasta llegar a lo profundo del mar. Comenzaba a operar su plan; en cuanto las pastillas comenzaran a surtir efecto el mar se encargaría de perder su último rastro, así su madre viviría con la esperanza de que estuviera bien y era feliz.
Estado ahí, a la deriva del mar sentía una paz que jamás hubiera imaginado, pero tomó conciencia de lo que estaba sucediendo, su plan era infalible iba a morir, ahogado o por la acción de los fármacos. No deseaba morir, ya no, de todos modos no podía hacer nada, era demasiado tarde.
Recordó su vida, su infancia.
Le encantaba cuando le decían lo inteligente que era. Odiaba ir a la iglesia todos los domingos, lo hacía solo para contentar a su madre, en esos momentos solo vivía para ella para recibir su aprobación. Recordó a esa profesora gorda que lo hacía callar porque sabía demasiado para sus 7 años, no tenía demasiados amigos y lo miraban raro, pero por alguna extraña razón eso lo hacía sentirse bien, le daba la sensación de ser alguien importante. Las cosas iban bien entonces, o al menos para él, no se daba cuenta que cada vez que le preguntaba a su madre acerca de su padre, ella amanecía con los ojos enrojecidos de tanto llorar, no comprendía esos repentinos abrazos que le daba, esos besos húmedos de lágrimas ¿Cómo paso de ser un angelito, un niño ejemplar a esa mierda que era ahora? Era todo por el puto de su padre.
Durante 11 años vivió una infancia entre algodones jugaba reía y saltaba como cualquier niño mientras su madre con gran habilidad lo aislaba de todo los problemas que lo rodeaban, no tenía un padre, nunca lo había tenido, no lo necesitaba.
Llegó un día de lluvia con 10 lucas en la mano y mil excusas en la punta de la lengua, su madre quedó sorprendida al verlo plantado en su umbral luego de 11 años, pero apenas salió de su estado de asombro, entre insultos, gritos y golpes lo mando a la mierda y le dejo claro que 10 lucas no arreglaban 11 años de abandono y que se las metiera por el culo.
En su vida la volvió a ver tan descontrolada.
Las cosas no acabaron ahí, su ejemplar padre fue a buscarlo al colegio durante dos meses hasta que hastiado de que lo siguieran aceptó conversar con Él. Comenzaron a verse más seguido, y hasta se encariño un poco.
A pesar de sus innumerables vicios, y su adicción insaciable no era un mal hombre como decía su madre y estaba arrepentido por su pasado.
Para su cumpleaños número trece le dio como regalo una cajetilla de cigarros, un par de pitos y una pequeña bolsita de cocaína.
Fue tan placentero irse completamente del mundo, era natural que quisiera más.
El mundo del narcotráfico, es impredecible, su padre era solo otro parásito que vivía de las drogas, de la debilidad, de la adicción de unos pobres idiotas. El ambiente era turbio, todos estaban movidos por su propia ambición y buscaban el mayor provecho posible.
Nunca supo bien como sucedió, pero en su padre trato de engañar al “chano” el “big boss “.Quien tuvo que sufrir las consecuencias fue el.
Ese día quedaron de juntarse a las 7 de la tarde. Su padre no llegó.
Alguien le tapó los ojos -.
¿Papá?- No hubo respuesta, nada más que unas risas burlonas. Todo se volvió confuso.
Estaba en una habitación pequeña y oscura, había dos hombres allí, ambos altos y fornidos, uno se paseaba nervioso mientras el otro hablaba por teléfono.-
-Mira tenemos a tu pendejito con nosotros, así que trae la plata lueguito, máximo en una hora más mira que se nos va acabar la paciencia. Por gil te pasa flaquito. Ya adiosito no mas y apúrate.-
- ¿Qué te dijo?
- Que va a venir
-¿Y qué hacemos con el pendejo?
- Déjalo ahí, mientras se quede quieto y callado no hay problema.-
El tiempo parecía interminable, un silencio aterrador reinaba, al cabo de una hora y media el timbre de un teléfono celular resonó en la habitación.
- ¡Contesta!
- No es el mío. Debe ser del pendejo.
- ¡Que conteste!
Era su madre quien le llamaba. Pistola en mano le obligaron a decir que estaba todo bien y que regresaría pronto.
Su padre no llegó con el dinero, lo invaden recuerdos confusos .Golpes, gritos, dolor, desesperación, impotencia, y odio.
Lo encontraron tirado en un basural, herido e inconsciente.
No supo nada de su padre, fue como si se lo hubiera tragado la tierra.
Así fue como conoció a su amiga incondicional; la soledad, era un engendro violento, un adicto compulsivo de los que abundan en los bajos mundos, convertidos en una basura, en un estorbo, ¿amistad? Todos sus amigos (si es que algún día realmente lo fueron) se esfumaron. Ese fue el momento en que todo se fue a la mierda.
Todo fue su culpa no tuvo fuerzas para salir, para enfrentar lo que pasaba, era un cobarde, no se atrevía a enfrentar nada, solo evadía las cosas, tal como lo estaba haciendo en ese preciso momento.
No quería morir, no quería ser otro cobarde más.
La marea comenzó a subir bruscamente y las olas lo mecían, se sintió como un niño adormecido, el sonido del mar era como la suave y dulce voz de una canción de cuna.
Su vida giró al revés por un momento y volvió a ser un bebe y se durmió profundamente y para siempre mecido tiernamente por el mar.
MURIEL GONZÁLEZ
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“Hola, mi nombre es Muriel González, tengo 14 años y escribo desde La Calera, una pequeña ciudad de Chile. Desde muy pequeña me ha gustado escribir pero nunca había participado en ningún concurso ni nada por el estilo, esto es del todo nuevo para mí.”
No sé vosotros pero Ediciones Cuélebre se ha quedado sin palabras.
¡¡¡FELIZ AÑO!!!
Desgarrador texto, al final no quería morir, pero ya hacía tiempo que había muerto. Un gusto increíble encontrarme con tan genial relato. Un abrazo Muriel.
ResponderEliminarImpactante, Muriel, muy buen texto y bien logrado. Sólo una pregunta, ¿qué es un "lucas"?
ResponderEliminares la denominacion popular que le damos en chile a 1ooo pesos, nuestra moneda
ResponderEliminarmuchas gracias a todos estoy muy feliz por esta oportunidad :D
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