Páginas

18 de diciembre de 2010

48: "BÁRBARA"

Aquel verano en mi tierra calentana se caracterizó por ser más caluroso que otros años, desde mi llegada al pueblo, por mi mente no pasaba más pensamiento que regresar a las tierras frías donde ahora residía. Me imaginaba que si existía el infierno debía ser como este lugar, el calor era insoportable. Durante esos meses de descanso veraniego, casi todo el tiempo me la pasaba leyendo, bebiendo agua fresca de limón a cada rato, mientras escuchaba las habladurías del gentío que visitaba a la abuela, acostado en posición fetal desde la hamaca de la siesta, que colgaba entre dos almendros en el patio de la casa.

La abuela era una mujer pequeña, que en su juventud había sido una mestiza seductora con cuerpo de sirena y una avidez de vientre para saciar un cuartel entero, pero que el abuelo, el médico más notable y controvertido del pueblo, con su inteligencia casi clarividente, había encerrado en mazmorra su concupiscencia, siendo el único hombre que la había saboreado, aunque hubo rumores de que un tiempo amoríos había tenido, nunca le fueron comprobados.

Como era su costumbre aquella tarde salió bien arreglada, con un vestido negro azabache, su rosario de oro, con una cruz de virgen sacramentada, que sin palabras dejaban ver lo religiosa que era. Desde la muerte del abuelo sólo atuendos de esos usaba, como tenía un ingenio vivo y buen carácter, no era fácil descubrir que estaba un poco loca, pero debido a la crianza que me había dado desde mi primera infancia había aprendido a dilucidarla.

Cuando escuché el repicar de las campanas del templo no hizo falta que abriera la boca para saber lo que vendría, una excelsa invitación a que la acompañara a la iglesia; todos los días iba a la misa de las seis de la tarde, constantemente quería llevarme a esa tierra sagrada para ver si por chiripa divina mis pecados perdonaban y el demonio me exorcizaban, ante la duda efímera de quedarme bajo la sombra de los almendros o divertirme un rato con los delirios del padre Cuco decidí levantarme y acompañarla. Mientras por enésima vez le repetía que la fe era un don que Dios no me había regalado.

El padre Cuco era un hombre fúnebre, de una longevidad infinita pues lo recordaba desde niño cuando arrastras me llevaban a escuchar la misa de los domingos, siempre conseguía con mis berridos que el padre me expulsara de su recinto sagrado, el sacerdote había creído desde entonces que era un niño poseído por el chamuco y un día hasta un exorcismo quiso practicarme, pero el abuelo no lo había permitido, riéndose a carcajadas de los preceptos divinos de aquel hombre célibe.

Cuando salíamos de misa mi abuela saludó a Doña Cástula, una mujer alta, ósea, de cáscara amarga, y una palidez de luna llena ocasionada por las amarguras que su hija Bárbara la había sacado; mi abuela era su confidente, casi siempre le contaba de las andanzas de la Bárbara, que día con día más aumentaban su aire de desamparo. Todavía me acuerdo de aquel día que Doña Cástula toda acongojada fue con mi abuelo. Desde que íbamos en la primaria comenzó con sus delirios de demonios y fantasmas, a ella sí la exorcizó el padre Cuco, pero como falló la sanación se la llevaron al médico, a pesar de su experiencia el galeno estaba confundido, pero con una disertación minuciosa explicó los males que a esa niña enfermaban. Doña Cástula le preguntó qué podía hacer con su pobre hija: «llevarla al manicomio o al convento, al menos eso es de buenos cristianos »anunció el abuelo.

En el pueblo decían que estaba loca de atar, en un manicomio ya la habían tenido, pero la culpa de Doña Cástula le impidió dejarla, así que la mantenía en su casa, casi nunca salía, sólo en contadas ocasiones y siempre acompañada. Sólo podía vérsele a través de la ventana de barrotes de acero de su casa. De cuando en cuando, su madre le permitía que viera a la gente pasar, mientras se peinaba su larga cabellera que no se había cortado desde hacía años. Bárbara era una joven hermosa, tenía los dientes perfectos, los ojos clarividentes, la piel como nieve de invierno, contrastaba con su pelo negro ensortijado, con un cuerpo voluptuoso que dejaba entrever bajo el camisón blanco que nunca se quitaba, andaba descalza y cuando la gente la saludaba sólo una sonrisita esbozaba. Pronto todo esto iba a ser visto como un síntoma más de las desgracias que se estaban incubando, pues hacía muchos años que no salía de su casa.

Frente a la casa de barrotes de acero, un grupo de guachitos trataba de cazar a pedradas una iguana extraviada por un golpe de calor en una de las calles de ese pueblo calcinante, finalmente uno de los proyectiles la había alcanzado y pude verla ahogándose en espumarajos de sangre, ante la algarabía de los escuincles. Bárbara estaba aterrada por el fantasma de la locura, cuando la vimos en la ventana mi abuela le dirigió un saludo, ella como era su hábito sólo sonrió, con una mirada que más parecía de lástima que de respeto, como si ya estuviera envuelta en algún extraño maleficio. De niño yo había estado enamorado de ella, su belleza me sobrecogía, pero entre delirios y alucinaciones me había desencantado.

Ante el argumento de la locura, aquella noche Bárbara esperó a que su madre durmiera, el plan que se había trazado no podía demorar una noche más, sudaba frío en la oscuridad, aguardando en la madrugada con un silencio de camposanto, mientras se dirigía a la habitación de su madre, su talante se volvió lúgubre, su marcha sigilosa, con formas místicas y contemplativas permaneció unos minutos frente al lecho de su madre, con una regadera cargada con petróleo comenzó a rociar a los costados del senil cuerpo de su madre, al tiempo que encendía un fósforo y lo arrojaba. No estuvo dispuesta a la farsa de las lágrimas ni a guardar luto por la madre incinerada en las llamas del lecho terrenal que fabricó especialmente para ella.

Doña Cástula se despertó sin aire, horrorizada, ardiendo como pasto seco, con un fragor de mar enfurecido, la agonía llegaba a ser tan espantosa que era mejor la muerte. Los lamentos retumbaban en las calles; con el poco instinto de supervivencia que le quedaba, se levantó y se dirigió a la pileta del patio de la casa, se arrojó como mula insolada, con la esperanza de apagar aquellas voraces llamas que la derretían como cera pálida. Bajo el silencio de la luna menguante, al caer el fláccido cuerpo a la pileta, no había agua sino que también repleta con petróleo estaba, fue un relámpago que cegó la noche, como una estampida ardiente salió de la casa, aullando en dolor su último aliento, por el zócalo del pueblo, hasta que cayó fulminada por las brasas en una de las bancas que dan solaz al andante. Allí quedó, haciéndose cada vez más chiquita de cuerpo y de voces.

El pueblo sobrecogido interpretó aquel matricidio, como una deflagración del destino celestial, antes de los funerales la trastornada huérfana fue acorralada por los municipales, terminaron por llevarla a la fuerza, pataleando y tirando al aire dentelladas de perro rabioso hasta la cárcel más cercana, a falta de manicomio. Vencida del alma por los desaires de los pueblerinos, que entre chismes y rumores sacaban las congojas por aquel suceso inexplicable. Nadie supo cómo había conseguido Bárbara aquel combustible si permanecía encerrada y no le dejaban sola ni por qué había quemado a su madre, eran muchas las teorías que la vox populi encontraba a suceso tan tremendo.

Había relámpagos y truenos remotos en el horizonte calentano, el cielo estaba encapotado, me mecía en la hamaca bajo la sombra de los almendros cuando la abuela me dio la noticia de que Bárbara había muerto sin causa alguna en la cárcel-manicomio, tres días después de la muerte de Doña Cástula, todo el pueblo decía que ese deceso encerraba un misterio divino o bien que había muerto de tristeza porque de hambre nadie se muere. Escuché los primeros truenos de aquel abrasivo verano cada vez más cerca, con la esperanza de unas gotas de lluvias que apagaran ese calorcito infernal. Desde aquel día todavía se cuenta la historia de aquella mujer endemoniada que apagó con fuego la luz de vida de su madre. No en balde los que han ido al infierno y regresado platican que el averno es igual de caliente que estas tierras, sólo que allá no hay moscos.
ICHI IJIWARU
**********************************************************************************************************************************

“Nacido en la Tierra Caliente del sur de México, bajo el signo acuariano. Loquero por vocación, escritor por accidente, amante del cine, la literatura y el arte en general. De temperamento flemático y difícil que consigue hacer fallido todo sueño que persigo.”

Los sueños deben ser perseguidos sin descanso, Ichi, algún día pueden ser capturados.

17 comentarios:

  1. Hay accidentes que se lamentan toda la vida, pero hay otros que cautivan, como nuestra hija y tu manera de escribir. En definitiva quienes se dedican profesionalmente a hacerlo, pueden notar ciertos elementos a transformar, pequeños detalles de redacción y estilo, pero la frescura de quien no está encajonado entre reglas es notoria y afortunadamente este género literario no susceptible de ser encasillado permite al autor desarrollar a su antojo su escrito, cosa que a ti te encanta no solo en esto. Desde territorios desérticos tan lejanos como tu corazón y el mío, te envío mi felicitación y el beso que nunca repetiremos.

    ResponderEliminar
  2. Amiwis felicidades!!! ERES BUENO PA'L CUENTO, tod@s l@s que te queremos nos sentimos alegres de que compartas tu talento en este foro, para que mas personas puedan apreciarlo, queremos ebook con dirección a la ciudad de los naranjos

    ResponderEliminar
  3. Amor, estoy muy orgullosa de ti!, espero que todos tus cuentos sean publicados y muy bien apreciados. Aqui seguiremos apoyandote tus fieles fans!. te mando muchos besos!

    ResponderEliminar
  4. Flaquito creo que no hay nadie en el planeta que te admire como yo, eres genial y no solo para escribir!! extraño los momentos juntos, ya quiero que vengas a tu tierra, recordaremos entre besos las cosas que tanto nos gustan y luego repetir en verano sin importarnos el sudor, que bien aprovechas para describir en tus cuentos, apúrate mi cielo!!!P.D. se que valdrá la pena la espera

    ResponderEliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  6. Amigo gracias por compartir y disfrutar de un buen rato de buena lectura, definitivamente se te da de manera nata lo de escritor, poeta y loquero...

    ResponderEliminar
  7. Mi estimado Rod, me da mucho gusto que ya este publicado uno de tus cuentos.
    Y mira que eres bueno para ello, sabes que soy de tus aguerridas fans y seguire apoyandote hasta que se me haga que publiques el libro.
    Acuerdate que te prometi el prologo, obvio si tu aceptas jajaja
    En verdad me da gusto leerte, atte: tu fans No.1 de chilangolandia A.R.F.

    ResponderEliminar
  8. Me gusta por ser diferente. Yo por lo general englobo el termino de cuento con magia, infancia, alegria, amor el cual no es citado en este cuento.

    Buen trabajo!

    ResponderEliminar
  9. Excelente cuento!! los buenos escritos luego se reconocen y no ocupan justificaciones ni disculpas por el uso de personajes verídicos o inventados, aplicaciónes románticas, poéticas y hasta patéticas, analogías, metáforas, alegorías, sarcasmos u otras figuras retóricas utilizadas. Se que eres de los que pagan el precio ante criticas y cuestionamientos, a cambio de un buen párrafo, sin importar la agitación en que te ves sumergido. Felicidades!!!

    ResponderEliminar
  10. se nota que gran parte de la publicacion del cuento se debe a una controversia entre los comentarios y tu personalidad, desde que conoci tus momentos de inspiracion hubo algo que te caracterizaba y era tu terrible y cruel fantasia para escribir, pero eso es parte de tu persona y no te miento a veces eres bueno para ello, te felicito rod, por la constancia que has llevado en estos años por la escritura, te felicito tambien porque aun no se te quita lo don juan y mira que en los comentarios me lleve gratas sorpresas de ti, un abrazo desde tus calidas tierras que aun sigo aqui, feliz navidad y lo mejor de este nuevo año y tus cuentos, abrazos......

    ResponderEliminar
  11. MI ESTIMADO DOCTOR, ES UN GUSTO EL PODER DISFRUTAR DE ESTA LECTURA, LA DESCRIPCIÓN DE LOS LUGARES ANTES DECRITOS SON UN DELEITE A LOS RECUERDOS Y UN HORGULLO PARA LOS CALENTANOS, CONTINUA CON LOS RELATOS FELICIDADES.
    ATTE.EL ARQUITECTO.

    ResponderEliminar
  12. Rod! Disfruto mucho de tus escritos, tan diferentes y controversiales que en el fondo definen parte de tu personalidad, gracias por compartir tu estilo con nosotros, y ojala sigas igual de enamorado e inspirado.
    Un abrazo, cuidate!

    ResponderEliminar
  13. Flaquito, yo te escribi el cuarto comentario el 18 de diciembre, como no me contestaste supuse que no sabias quien era, asi que aqui te escribo esperando repetir esos sudores y esas pasiones, te quiere tu negro del alma, Felipe, que no te olvida.

    ResponderEliminar
  14. hola bebe, que le pasa a ese tipo que te escribe, claro que que tiene...... yo te conozco desde hace tanto tiempo que se que nada de eso es cierto.....como recuerdo esas noches estrelladas.... esos momentos de pasion... que nunca que vuelto ha sentir con nadie.....
    por eso eres un escritor de primera.... por eso eres el amor de mi vida.....
    tu eterna enamorada...... tu ya sabes quien
    siempre te voy a esperar

    ResponderEliminar
  15. No te dejes engatusar por esa golfa, flaquito. Ya sabes que yo soy tu negrón del alma, el felipón... por algo me decías el rompe redes.

    ResponderEliminar
  16. ¡Hola!, qué cuento amigo mío, yo siempre te lo he dicho no dejes de escribir porque a todos tus lectores nos haces fluir diferentes emociones, aveces risas, tristezaas, dudas, suspenso etc.
    Tienes las letras inmersas en el alma y las sabes conjugar tan bien que das resultado a una historia con vida en la fantasía, haces que las imaginemos y deseemos ser l@(s)protagonist@(s)de tu relato...
    Cúmplenos las ganas de tenerte en un libro, porque es el mejor recuerdo y aroma para sentirte, el mejor acervo para cultivarnos...

    Sigue escribiendo q te seguiré leyendo
    Saludos

    ResponderEliminar