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1 de diciembre de 2010

31: "CLARA ENTRE NUBES"

Vestida de estación, saltaba de nube en nube.
Con cada salto, bailaba entre pequeñas motas de albor. Corría libre, sobre inmensas planicies de azul. El dolor se había ido por fin. Aunque tal vez ella se fue y dejó al dolor en su lugar. No importaba más.
Las nubes le hacían compañía. Jugaba con ellas y les daba forma. Tomó arcilla de cielo y con sus manos de alabastro, moldeó un gato y un ratón que al soplarles, comenzaron un correteo que provocó su risa cantarina.
Los días se le iban entre juegos de gatos y ratones, y ecos de voces que contaban las más bellas historias. Escuchaba con atención y a veces, creía reconocer frases de cuentos perdidos.
Cuando el azul de su cielo se convertía en ultramar, tomaba la nube más grande de todas y se acostaba a dormir. Fue entre sueños que recordó a un niño-hombre y una promesa.
Al día siguiente buscó el lugar donde la voz se escuchaba más fuerte. Por la orilla de una nube se asomó, y allí se encontraba el niño-hombre, sobre un lecho verde, con un libro en la mano. Reconoció de otra vida su delgada figura, sus anteojos de pasta, y su ademán distraído.
El jovencito terminó de leer y se recostó sobre la hierba. Miró al cielo, y aunque sus ojos se encontraron con los de ella, no sonrió.
La niña agitó la mano muchas veces, pero no provocó en él reacción alguna.
A pesar del desaire, desde ese día, a la misma hora, se sentaba en una nube, balanceando los pies, colgados de la orilla, escuchando con interés las mil historias que él le leyó
Pero un día el chico no llegó a la cita. Lo esperó al día siguiente, y al otro y otro más, y el niño-hombre no regresó.
Por primera vez, desde que llegó a su paraíso, la niña vestida de estación, sintió tristeza. En vano su gato y ratón corretearon e hicieron todo tipo de travesuras para que volviera a sonreír.
Un día, en su intento de devolverle la sonrisa, corrieron demasiado lejos. Clara se levantó de su nube, y con pasitos cortos, los fue a buscar.
Sorprendida, los vio venir a toda prisa. asustados como nunca. Escuchó un fuerte ladrido, y un labrador hecho de nubes, reflejando en su pelaje los rayos del sol, apareció ante sus ojos.
Detrás del perro, un jovencito de delgada figura, anteojos de pasta y andar distraído, cerró un libro y la miró a los ojos.
Esta vez, sonreía.
CARLOS ARANDA VÁZQUEZ
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Carlos Aranda, también conocido como "Jabón", es un cuenta-historias mexicano que en el año treinta y tres de su existencia, por primera vez se atreve a usar una coma y el sustantivo "escritor" después de su nombre.
A pesar de haber adoptado el formato blog de forma tardía, ha logrado construir una pequeña, aunque leal audiencia en http://seacaboeljabon.wordpress.com donde publica de forma regular los lunes y jueves.


Casualidades de la vida hoy es el cumpleaños de Carlos. Desde España te deseamos muchos años de cuentos.

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