Amor, hoy me apetece escribirte aún sabiendo que no va a llegar a tus manos, pero con la ilusión de que la recibirá tu alma que estará en el cielo.
Cuando te fuiste, mejor dicho, cuando te llevó la muerte que poco a poco nos llevará a todos los seres vivientes, ricos y pobres, para eso no hay distinción, según iban pasando los días me veía perdida sin tu presencia y apoyo, caminaba por el asfalto duro hiriendo mi corazón dolorido. ¿A quién le importa mi pena? ¡A nadie!.
Poco a poco voy viendo el mundo, despertando a la realidad. No hay más remedio, hay que seguir, y sigo, adelante contra vientos y tormentas. A veces me paro en algún parque viendo a los niños y niñas jugar y mi imaginación retrocede en el tiempo. Te veo a mi lado con nuestro hijo pequeño. La escena es irrepetible. En fracción de segundos se esfuma como el humo. Sigo caminando. Ahora es un pajarito revoloteando y trinando alegre y vuelvo a imaginar que vamos de romería. Pero también se esfuma en un abrir y cerrar de ojos.
Algunas veces me paseo por la orilla del mar. Si alguna ola traviesa me baña suavemente mis pies descalzos pienso que eres tú que juguetón me acaricia. Siento una sensación extraña pero agradable.
Te contaría tantas cosas que me han pasado desde que no estás que sería interminable. Esta carta no tendría fin. Tampoco quiero que sufra tu alma, deseo que descanse en paz. Te voy a contar lo más agradable e importante que me ha pasado. Por ejemplo, ¿me imaginas escribiendo libros? ¿A que no? Pues, ya ves, y además ya somos bisabuelos.
Bueno amor, no quiero cansar tu alma, me despido con todo mi corazón y que sepas que el tuyo siempre estará conmigo allá donde vaya.
Quisiera ser paloma
y con mis alas al viento,
volar,
volar, sin demora,
volar,
volar hasta el cielo,
envolverte entre mis alas,
blancas como azahar en flor.
Del amor de nuestras almas
halla un testigo: ¡Dios!.
Destino: El cielo.
Desde la Tierra con amor.
Laura Fernández García
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Portada de uno de sus libros, ¿guapa verdad? |
Laura tiene ya 80 primaveras y el oficio de escribir la mantiene tan viva como a los 20 años. Más que una aficción es su forma de vida. Laura, escribe, corrige, maqueta, autoedita, distribuye y vende sus propios libros. Todo esto con mucha ilusión y con el margen que le da su pequeña pensión y sus pocos estudios de primaria. Le han hecho multitud de entrevistas en televisión y en prensa, y las que le quedan. Aún tenemos Laura para rato.
Todo un ejemplo a seguir, bienvenida a "365 dias de cuentos", esperamos verte en más ocasiones por aquí.
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