A veces, las historias se escriben solas.
Eso me repetía a mi mismo una y otra vez mientras miraba la pantalla en blanco de mi ordenador. Por mi cabeza pasaban palabras sueltas, palabras cargadas de fuerza expresiva, palabras carentes de significado cuando las intentaba juntar. Volví a mirar el reloj. Ya habían pasado dos horas. Dos horas de mi vida sin hacer nada. Perseguía un sueño, pero el sueño escapaba de mí.
A veces, las historias se escriben solas.
No tenía ninguna historia. No tenía nada. ¿Cuándo llegarían las famosas musas? ¿Qué aspecto tendrían? Las mías debían de ser del tamaño de un grano de arena porque no las podía ver por ningún sitio. Repasé mentalmente posibles temas: El amor, el desamor, la lucha entre el bien y el mal, los caracoles que hablan y viven aventuras...Nada. Siempre me había regodeado de ser ingenioso, imaginativo, habilidoso con las palabras. Pero sólo tenía eso: palabras. Palabras sueltas, palabras cargadas de fuerza expresiva, palabra carentes de significado cuando las intentaba juntar.
Tuve la certeza de encontrarme en un bucle. Mi cabeza llevaba dándo vueltas en redondo todo el tiempo. Estaba en una espiral sin inspiración. No lo consegiría nunca. Ser escritor era más difícil de lo que pensaba. Y sin embargo seguía diciendome a mí mismo:
A veces, las historias se escriben solas.
Juan Casado Martínez
*********************************************************************************Con esta íntima reflexión, Juan Casado, de Madrid, nos ilustra con maestría sobre los bloqueos del escritor. Juan trabaja como profesor en un colegio de secundaria. A veces comparte con sus alumnos los textos que escribe entre clase y clase. Y ellos le dan mucho apoyo. Siempre le están animando a que escriba una novela. Todo un reto para el que está acostumbrado a escribir pequeños relatos. Algún día, si tiene tiempo, se atreverá. Seguro que ya tiene una idea rondando por su cabeza.
Me pareció un relato muy ingenioso...me gustó. :) Marcela, de Los amantes de Pedraza.
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